miércoles, 31 de agosto de 2011

Día 180-181(29 de agosto-30 de agosto): Ciudad y metro de Moscú


A diferencia de San Petersburgo, ciudad planeada, Moscú nació y creció orgánicamente en torno al Kremlin (fortaleza) con el correr de los siglos. Es el río Moscova el que le da el nombre a la ciudad.

La población ronda los dieciséis millones de personas lo que la convierte en la ciudad más poblada de Rusia y de Europa. No hay barrios marginales y la desocupación es muy baja. El experimento soviético dejó sus huellas en esta ciudad, y así lo vemos en la cantidad de estatuas en honor a Lenin, Stalin, Marx, y en honor a los obreros, quienes eran los únicos que podían llevar a cabo la revolución.

Uno de los íconos de Moscú, junto al Kremlin y a la plaza roja, es el metro, el más bello y más grande del mundo. Se comenzó a construir en el año 30, con dos objetivos principales. El primero era descongestionar las calles y el segundo era para sobrevivir a los ataques aéreos alemanes. Hay dos líneas secretas que hoy están cerradas, y hay accesos desde las escuelas. Tenían la función de un bunker.

La filosofía subyacente en la arquitectura y en el arte de la mayoría de las estaciones, era mostrarles a los obreros lo que sería el futuro para el que trabajaban. Un recuerdo del futuro comunista. Así, los obreros se dirigían a sus puestos de trabajo atravesando un palacio subterráneo.




Hoy en día el metro es utilizado diariamente por diez millones de personas. El recorrido entre estaciones me llamó la atención ya que es mucho más extenso al resto de los recorridos de los metros de otras partes del mundo. La mayoría de las estaciones son en honor a la guerra, pero también las hay en honor a la ciencia, como Mendelevska, en honor al ruso que inventó la tabla peródica, en honor a la carrera austronáutica, y en la línea más reciente hay una estación en honor al célebre escritor Dostoviesky. Abundan las estatuas, vitrales y esculturas. Si bien todas las estaciones son diferentes, cada línea mantiene su unidad.

Los rusos tienen por el metro un cariño muy especial. Todos tienen una estación preferida y anécdotas sobre ellas,  y están ligadas a momentos especiales de la vida, como por ejemplo el primer beso.

En el primer día en Moscú salimos en grupo a visitar varias estaciones del metro. Comenzamos por Partizanskaya, seguimos por Kurskaya y continuamos por Komsomolskava, Novoslobodska, Mendelevska, Chechovskaya, Tsvetnoy Bulvar y Dostoievskava. Las disculpas si los nombres no son del todo correctos.

Sobre las siete de la tarde presenciamos una función del circo de Moscú, que si bien fue un espectáculo agradable, no colmó mis expectativas y no logró deslumbrarme. Lo mejor fue el acto de los domadores de tigres y panteras y los equilibristas.

Luego fuimos en barra hasta la plaza roja donde el cumpleañero Matías Arizaga quería celebrar su aniversario tomando unas cervezas. Había un escenario montado para un festival de desfiles militares que impidió que tuviéramos una óptima panorámica de la plaza, pero nos maravillamos con la impresionante y colorinche Catedral de San Basilio iluminada por luces de colores que realzaban la enorme de gama de los mismos que ya tiene de por sí.

En el segundo día en Moscú realizamos un city tour por la ciudad. De a poco me fui enamorando de esta bellísima ciudad y de su gente, en especial de sus mujeres tan pero tan hermosas.

En una de las paradas visitamos la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, reconstruida luego de la disolución de la URSS. Había sido construida originariamente en el siglo XIX para conmemorar la victoria sobre Napoleón, pero Stalin en una errónea lectura de Marx (“la religión es el opio de los pueblos”) lo mandó demoler junto con otra cantidad enorme de obras arquitectónicas. En ese sitio estaba planeado construirse el grandioso Palacio de los Soviets, la mayor construcción del mundo. El enorme edificio de 400 metros de altura, sería el monumento supremo del estado socialista y recibiría congresos, celebraciones. Coronando el edificio se construiría una estatua de Lenin de cien metros de altura. Ya se habían instalado fábricas para proveer el material necesario para su construcción y ya estaban diseñados los planos cuando Stalin decidió frenar la empresa asustado por el poderío de la fuerza aérea alemana.

Más tarde volvimos al hotel a descansar. Y me di cuenta de que a un mes y medio de concluir mi viaje ya siento nostalgia por anticipado. Una nostalgia que me va a acompañar el resto de mi vida, una nostalgia dulce, amada, pero claro dolorosa como toda nostalgia. Un dolor lindo y entrañable. Aún queda mucho por conocer, y mucho más quedará cuando vuelva a Montevideo. Es que, parafraseando a nuestro guía Marcel, un viaje como el nuestro es equivalente a diez años de psicoanálisis. 

lunes, 29 de agosto de 2011

Día 176-179(25 de agosto-28 de agosto): Idiosincrasia rusa y San Petersburgo



San Petersburgo fue fundada en 1707 por Pedro I, quien quiso de esa manera abrir Rusia al occidente acercándose al mar y a Europa. La ciudad fue construida sobre un pantanal y tiene más de trescientos canales, lo que evidencia la influencia holandesa. Pedro I se había disfrazado de obrero y había viajado a Holanda para aprender los secretos de los oficios del mar.

Como en todas las ciudades de Rusia abundan las estatuas de Lenin. Está representado con su brazo extendido y en pose altiva. Un chiste ruso es que la revolución falló porque en todas las estatuas está señalando hacia lugares diferentes.

Los rusos viven hoy el sistema más libre de su historia. Son personas que piensan de manera muy diferente a nosotros; de sangre española e italiana somos críticos e inconformistas y contestatarios por naturaleza. El ruso es muy conservador y no entiende el concepto de oposición política. Es pragmático. En relación con el destino tienen una ideología oriental. Aceptan las cosas como son: “Lo que es, es”. No miran al pasado y no se regodean en el dolor. Esto también sucede en los países nórdicos. Bloquean los sentimientos y las tragedias no los afectan tanto, y pueden superarlas en lapsos muy cortos.

El lema del partido de Putin es: “Por un futuro de estabilidad”. Esto habla claramente de qué es lo importante para el ruso. Cuando el sistema socialista se quiebra y se caen las instituciones, todos los ideales que crecieron en la conciencia de cada uno de los individuos son destruidos de un día para el otro. Es lógico que esto desencadene un ideal de estabilidad social en la conciencia colectiva. El partido de Kasparov aboga por la transparencia y por la libertad. Por ahora las condiciones no se han dado para que haya un cambio inminente en la conducción política. En las elecciones pasadas Kasparov se opuso a Putin y fue preso. En aquellos momentos no era aceptado en los hoteles, lo que demuestra la doblegación del ruso común ante la autoridad.

En la época soviética Freud estaba prohibido. Hoy en día ningún ruso acude al psicólogo. Sus problemas los ahogan en el vodka, uno de los pilares de su identidad, junto al ejército y a la religión. El vodka es consumido en exceso por todos y todas. Beben hasta caerse de espalda y su expectativa de vida es menor a la común por las enfermedades que apareja este modo de vida. Los militares gozan de una excelente reputación y son admirados.

Estar en la ciudad de San Petersburgo es una experiencia única. Por todos lados hay reminiscencias de lo que fue el régimen soviético. Muchos de los edificios que se ven son grandes bloques de apartamentos, sin adornos y monótonos. Estos apartamentos se venden hoy en el mercado. Las avenidas son anchas, y las plazas gigantes, como buscando intimidar e invitando a la serena contemplación de la belleza. En el cristianismo ruso, mezclado con la filosofía budista, el contemplar la belleza acerca al cielo. En general los rusos son silenciosos e introvertidos pero bajo el exceso de alcohol pueden ser peligrosos, y al salir en la noche hay que ir con cuidado.

El salón del hogar donde los rusos más se relacionan es en la cocina y en sus casas no hay un living comedor. Se descalzan al entrar en sus casas y tienen en la puerta de entrada, pantuflas para los invitados. En el trabajo son fríos y severos, y tienen una conducta muy parecida al estereotipo de empleado público uruguayo. La policía de tránsito es corrupta y acepta coimas, primero te paran y después buscan lo que hiciste mal.

Así como hay sociedades como la brasilera donde la pulsión sexual está latente en cada individuo y es prioritaria en sus relaciones, los rusos no le dan tanta importancia al sexo y lo ven como un ingrediente más de la vida. Nunca veremos a un mecánico ruso con un poster de una voluptuosa mujer en una incitante pose. A lo que sí le dan importancia sobre todas las cosas es al poder. Y esto se ve claramente en la legislación y en el sistema judicial ruso. No hay igualdad de derecho y siempre en un litigio pesa la relación de poder.

Las mujeres rusas son hermosísimas, altas, esbeltas, simpáticas y sin tabúes. Según opinión de las mujeres del grupo y en charlas con chicas de otros países, los hombres rusos no son atractivos. Les llama mucho la atención los ojos oscuros y no tienen problemas en mirar siempre un poco más de la cuenta.

El idioma ruso contiene palabras del alemán y del francés. El alfabeto es el cirílico. La mayoría de la población no tiene noción alguna del inglés. Esto seguramente cambiará con el paso de los años gracias a la educación y a la apertura a occidente.

En las avenidas se nota la presencia masiva de automóviles. En las horas picos es difícil circular con normalidad. El metro de San Petersburgo es el metro de mayor profundidad del mundo con más de cien metros.

La buena actuación de Uruguay en el mundial pasado abrió muchas puertas para el comercio. La selección fue admirada por su humildad y la gente miraba los partidos enfervorizada en las pantallas gigantes que se instalaban en las plazas de las ciudades. Hoy en día nos compran mucho vino y carne.

Nuestro guía Marcel Blanchard vive en Rusia hace muchos años. Le tocó visitarla en la época de la URSS y nos dio el testimonio de lo que eran esos años. La sociedad capitalista es la sociedad del neón. Constantemente somos bombardeados por anuncios y propaganda que nos incita a tomar determinada conducta. En aquella época la ciudad quedaba en silencio cuando caía el sol, y no había letreros de marcas comerciales iluminando la noche. Sólo había propaganda política y se festejaba solamente en las fiestas patrias.

Llegamos a San Petersburgo cerca de las seis de la tarde y nos instalamos en el hotel. En frente al mismo se encuentra el memorial a los caídos en la segunda guerra mundial, que visitamos pocas horas después de llevar las valijas al cuarto y despejarnos un poco.

En el segundo día hicimos un city tour por la ciudad en donde Marcel, nuestro guía, fue vertiendo alguno de los conceptos que están expuestos en la presente entrada. La ciudad se me antojaba muy bonita, y no podía creer estar visitando este país que hasta hace tan poco estaba cerrado al mundo, y el cual fue protagonista principal de la historia de la humanidad del siglo pasado. Visitamos muchos sitios interesantes de la ciudad, iglesias, parques y plazas. Por la noche, luego de una previa en la cual tomamos vodka, salimos a romper la noche. Terminamos en una discoteca llamada Coyote Ugly con mucha energía.

El tercer día había una visita al palacio de verano, pero preferí quedarme en las inmediaciones del hotel, recorriendo sus calles y observando a la gente.

El cuarto día, hicimos el check out del hotel y visitamos el Hermitage. La colección del museo ocupa seis edificios a orillas del río Neva. El Palacio de Invierno es donde vivían los zares y es la visita obligada. Fue un paseo increíble, atravesando pasillos y salones cubiertos de frescos, con objetos de arte de todas las civilizaciones. Merece mención los salones con pinturas de Van Goh, Picasso, Rembrandt, Leonardo da Vinci. Cuando los alemanes invadieron Rusia en el año 1941, miles de personas se ofrecieron de voluntarios para trasladas las obras en tren hasta Sverdslok. Los primeros dos trenes llegaron bien, pero el tercero no pudo salir, porque había comenzado el asedio a la ciudad por los alemanes. Los conservadores que se quedaron comenzaron a trasladar las obras de otros palacios al Hermitage y luego a protegerlo. Tras finalizar la segunda guerra las obras que se encontraban en Sverdslok fueron devueltas a su lugar original y absolutamente nada se había perdido.

Por la tarde teníamos tiempo libre hasta que saliera el ómnibus hacia la estación de trenes. Así que con Bocha, Lima y Dalvita, salimos a caminar por el centro de la ciudad. Luego de comer subimos a la cúpula de la iglesia de Saint Isaac, la más suntuosa y famosa de San Petersburgo. Desde allí teníamos una vista maravillosa. Cuando bajamos hicimos tiempo en el parque situado en frente a la iglesia.

Por la noche dormimos en el camarote del tren que nos llevaba hasta Moscú.

sábado, 27 de agosto de 2011

Día 172-175(21 de agosto-24 de agosto): De Estocolmo a Kotka


Estocolmo es una ciudad que me gustó muchísimo. La ciudad vieja es quizá la parte más bonita con una iglesia ornamentada y con calles muy estrechas. Una de ellas es la calle más angosta del mundo. Tiene una rambla en la cual nos detuvimos a conversar y añorar nuestro país.

El clima había mejorado un poco y nos dio el tiempo para jugar un partido de fútbol entre doce, en una cancha de césped que habíamos visto cuando dábamos vuelta en la camioneta en busca del camping. Salió un lindo partido que sirvió para moverse y hacer un poco de ejercicio.

También dio para asar carne en una parrilla por la noche, mientras contábamos anécdotas, hacíamos chistes y “nostalgiábamos” la primer etapa del viaje, cuando aún nos faltaba vivir el grueso del mismo. Todos coincidimos, y las fotos de los eventos del grupo lo corroboran, en que antes de arrancar esta aventura éramos unos niños. Pues claro, todos hemos crecido y aprendido mucho.

El último día en Estocolmo, visitamos el museo Vasa donde se expone el buque de madera más grande del mundo. Construido a comienzos del siglo XVII, desgraciadamente se hundió a mil quinientos de metros del puerto de Estocolmo, cuando  aún sonaban los ecos de los aplausos. Sin embargo esto permitió que se recuperara trescientos treinta y tres años después. En buen estado gracias a la casi ausencia de sal del mar, hoy en día podemos disfrutar de objetos de aquella época (prendas de vestir, adornos, juegos). Las estatuas y ornamentas del barco, representan el modo de pensar de la época. En la sala central se encuentra el barco propiamente dicho, y en otras aledañas hay reconstrucciones de la época, fotos de la operación de rescate, esqueletos de los cerca de treinta humanos que se hundieron con el buque y mucho más. Una visita más que recomendable.

Cerca de las cuatro de la tarde nos dirigimos en la Traffic y en la Zenit hasta el puerto. Nos tomaríamos un ferry hacia Helsinki, capital de Finlandia. Nunca nos imaginamos que el ferry era en realidad un crucero con restaurantes, jacuzzi, discoteca y casino. Muchos suecos se toman el crucero sólo para disfrutar del paseo, apostando y bebiendo a precios de free shops. Cuando llegan a Finlandia se quedan en el barco para volver a Suecia.

Llegamos a Helsinki a eso de las diez de la mañana, y luego de retirar por fin el pasaporte de Javier con la visa de Rusia, continuamos hasta Kotka donde el grupo de viaje se volvía a juntar para al otro día comenzar la excursión a Rusia.

La alegría de volver a juntarse creció a la noche, luego de la charla de Marcel Blanchard, encargado de la excursión, cuando por segunda vez en menos de una semana volvimos a hacer carne asada. Esta vez, acompañados por la guitarra cantamos canciones de fogón. Al día siguiente cerca de las nueve de la mañana salíamos en ómnibus hacia San Petersburgo.

lunes, 22 de agosto de 2011

Día 165-171(14 de agosto-20 de agosto): De Copenhague a Estocolmo


El primer tramo del viaje de Copenhague hasta Estocolmo, nos llevó hasta Gotemburgo, Suecia. Nuestra idea era seguir de largo hasta Oslo, Noruega, pero la fulminante lluvia que caía sin pausa nos obligó a detenernos en esa ciudad y pasar la noche en un hostel.

A la mañana siguiente seguimos camino hacia Oslo, a donde llegamos en la tarde. En Noruega habían comenzado las clases universitarias en esa semana, y se festejaba con música y jolgorio en las calles. Cerca del palacio real, se había armado un escenario donde tocaba un grupo. Los estudiantes escuchaban a la banda sentados, conversando entre ellos. En puestos improvisados servían hamburguesas, ensalada de frutas y botellas de agua. No tuvimos problema en acercarnos para comer un poco.

Luego paseamos por el puerto donde había una vista maravillosa de la bahía con un castillo en una colina. Los barcos de aspecto antiguo le daban el toque final a un paisaje de postal.

Noruega estaba carísimo, para citar un ejemplo, una coca de medio litro valía tres euros, un pancho con panceta cuatro. Era, sin duda, el país más caro que nos había tocado visitar.


Después de despertarnos en el camping en Oslo partimos hacia el púlpito, una de las atracciones turísticas más importantes de Noruega. La ruta panorámica rodeaba a veces las montañas y otras veces las atravesaba por túneles extensos excavados en ellas. A cada vuelta del camino, nos sorprendían los lagos, las colinas y las casas de colores, muchas de ellas solitarias y perdidas en sitios inverosímiles. También encontrábamos bosques que parecían mágicos, y en los que era fácil perder la mente e imaginar fábulas y criaturas de fantasía. Me hizo acordar mucho a la isla sur de Nueva Zelanda, pero me gustó aún más; los colores eran más nítidos y los paisajes me asombraban a cada minuto.

Como para llegar al púlpito había que hacer un trekking de dos horas, nos quedamos a pasar la noche en un camping cercano. Hicimos un fogón para calentarnos antes de dormirnos.

Poco después de las siete de la mañana llegamos hasta el camino que conducía al famoso púlpito. El trekking fue muy pintoresco a través del bosque y las cañadas subiendo la montaña. Dos horas después llegamos al sitio. La niebla no impidió que la vista del precipicio y del lago me hiciera reflexionar sobre nuestra pequeñez y la volatibilidad de la vida. Un p

Por la noche llegamos a Bergen, la segunda ciudad en población de Noruega. Nos atrajo mucho su vida nocturna en plena semana de festejo por el comienzo de las clases así que nos quedamos hasta tarde.

Como aún no nos habíamos instalado en ningún camping, cerca de las cuatro de la mañana fuimos hasta uno y nos instalamos cerca de él, detrás de un enrejado. En la mañana una mujer nos pateó las carpas a los gritos instándonos a que inmediatamente fuéramos a hacer el check-in. Sin entender nada, nos levantamos rápidamente y desarmamos las carpas. Nos percatamos de que por unos metros estábamos en el terreno del camping ya que había un pequeño cartel que indicaba su fin que no habíamos visto por la noche. Indignados por los gritos y la violencia con que nos despertó la mujer, resolvimos no ir hasta la recepción y dirigirnos hasta un camping. Pero en la ruta nos paró la policía y nos obligó a volver al camping a pagar lo que la señora decía que le debíamos. A pesar de nuestras explicaciones no tuvimos más remedio de pagar la cuenta.

Luego fuimos hasta otro camping donde aprovechamos las instalaciones para lavar la ropa que ya se acumulaba todo dentro de la bolsa de la ropa sucia. Por la noche volvimos a salir a recorrer las calles y boliches.

Al día siguiente salimos temprano hacia el Flam, al norte de Bergen. Varias horas de viaje después, llegamos al pueblo. Algunos aprovecharon para tomarse un tren entre las montañas donde se apreciaban los fiordos y algunos glaciares. Yo ya estaba cuidando los gastos y no podía darme ese lujo y me quedé con tres compañeros conversando y leyendo bajo un árbol, con una hermosa vista a las montañas y al lago.

Caía la noche y decidimos hacer el viaje de trece horas hasta Estocolmo manejando en turnos. Compramos pan y embutidos y partimos. De madrugada, cuando muchos estaban durmiendo sonó el teléfono de Felipe. Una mala noticia cambió nuestros planes y llevamos a Alfonso al aeropuerto de Oslo para que se tomara un avión hacia Montevideo. Todos golpeados, continuamos haciendo ruta.

Llegamos a Estocolmo a primeras horas de la tarde. Una ciudad muy grande, capital de Suecia y de Escandinavia. Estaba terminando la semana de la cultura y presenciamos la caminata zombie. Las calles estaban llenas de zombies, con ropa rota, maquillaje, sangre y ojos de colores. Todos cumplían su papel sin cansarse y daba de veras miedo. La marcha parecía no tener fin, eran miles de zombies hambrientos e incansables.

Buscamos un camping cercano y nos dirigimos hacia allí. Preparamos algo de comer y salimos a conocer la ciudad en la noche.

domingo, 14 de agosto de 2011

Día 161-164(10 de agosto-13 de agosto): De Bremen a Copenhague


En la mañana visitamos la ciudad de Bremen bajo la lluvia, que se empeñaba en acompañarnos a donde fuéramos. Paseamos por la plaza del mercado, o al menos así es la traducción literal al español. Allí había varias iglesias y muchos restaurantes. No nos alejamos de la camioneta demasiado pero nos dio para entrar a la catedral de Bremen, dentro de la cual está el museo de Dom, donde pudimos ver los sarcófagos y las vestimentas de los obispos que tuvo la catedral desde comienzos del milenio pasado.



Caminando por las calle escuchamos tocar en la guitarra “Vencedores vencidos” de los Redondos y cuando nos acercamos a quien interpretaba el tema, conocimos a una argentina que hacía años estaba viviendo en Alemania. Nos contó que, si bien pareciera que ya no existe el racismo, la moda de las nuevas generaciones es despreciar a los que no son como ellos. Varios grupos de nazis y neo nazis siguen existiendo debajo de la fachada de la nueva Alemania, que a simple vista parece abierta y tolerante.

Seguimos camino hacia Hamburgo en un largo viaje en camioneta. Cuando llegamos la lluvia arreciaba y como el camping más próximo a la ciudad quedaba a casi treinta kilómetros decidimos alojarnos en un hostel. Siguiendo los consejos de la Lonely Planet buscamos el AO Hostel. Una vez que llegamos, guiados por el GPS, en la recepción nos dijeron que no había más lugar, pero el Bocha se conectó a internet y logró reservar en hostelworld.com., y así comprobamos que a veces los hostels guardan lugares sólo para reservas por internet. Volvimos a recepción con la reserva y ya teníamos nuestra habitación, un cuarto de seis para siete, porque Dalvita, Colistro, Javi y Mariolo se habían salido de nuestro itinerario para visitar rápidamente Berlín, situado al este de Alemania, casi rozando Polonia y se juntaban con nosotros al día siguiente en Hamburgo.

Allí nos quedamos dos noches en la que prácticamente no nos dio tiempo para conocer la ciudad. Teníamos ropa sucia y había un solo lavarropas. Entre lavado y secado se me pasó una tarde entera.


En la segunda noche tocaba La Vela Puerca. Como en años anteriores estaban haciendo una gira por Alemania y las fechas coincidían con nuestro viaje. Íbamos a ver a La Vela en Alemania. No lo podíamos creer. Con la bandera de Uruguay colgada en la espalda y entonando canciones de la banda, nos subimos en la Traffic y salimos hacia Fabric antes de que llegara la noche. El local era el local soñado para un toque de rock, con una ambientación y una acústica de otro planeta. El toque fue un éxito y había mucha gente de grupo de viaje, todos descontrolados.

Al día siguiente en la tarde pusimos camino hacia Dinamarca en un trayecto de quinientos kilómetros. Antes de llegar a Copenhague, cerca de las once de la noche nos detuvimos en una parada de camioneros, de esas que abundan en la ruta, armamos las carpas, preparamos un arroz con atún y nos acostamos a dormir.


Conocimos Copenhague en la mañana, luego de buscar por horas un camping que nos satisficiera. Una vez que lo logramos salimos a visitar el castillo de Rosenborg Slot. Era muy bonito, pero nuevamente el esplendor del Palacio de Versalles empequeñecía los murales, cuadros, vasijas, adornos y tesoros, torres y esculturas. Claro, no puedo comparar cada palacio o castillo con Versalles, pero me resulta inevitable a tan poco tiempo de haberlo conocido.

Más tarde caminamos por el centro de la ciudad. En Dinamarca la brecha entre los pobres y los ricos es la más baja del mundo, y los dinamarqueses se sienten orgullosos de esto. No hay muchos inmigrantes, y esto resulta en que casi todas las personas que veíamos en las calles eran rubias y de ojos celestes; los primeros pobladores de Dinamarca vinieron desde Suecia.



Copenhague es una ciudad de un millón y medio de habitantes. Conocí una ciudad limpia, ordenada, bonita, con muchas obras de reconstrucción en calles y edificios. Salvo en el centro de la ciudad que tenía un considerable tránsito de personas, el resto de la misma se me antojaba vacía y desolada.

Antes de cerrar la entrada quiero explicar que en esta etapa del viaje se hace muy difícil escribir el día a día. Mi computadora casi siempre está sin carga. Es muy difícil encontrar un lugar donde cargarla por el ritmo del viaje, ya que andamos siempre arriba de la camioneta, o si estamos en un camping, en el único lugar para cargarla son los baños y uno tiene que estar allí cuidándola. Además tampoco tenemos margen para informarnos correctamente de cada lugar al que vamos; todo pasa rapidísimo y recordar las ciudades en la que estuviste los días pasados resulta en un ligero ejercicio de memoria. Conseguir wi-fi tampoco es sencillo, y que se den las dos condiciones imprescindibles para actualizar el blog (tener carga y acceso a internet) no es tan habitual como antes.

En esta etapa como habrán visto, las redacciones son escuetas esquemáticas, pero servirán para que en un futuro pueda explayarme más sobre los lugares visitados y sobre las experiencias adquiridas en cada uno de ellos. Sin embargo intentaré actualizar el blog lo más frecuentemente posible, dadas las circunstancias que no lo hacen fácil.


miércoles, 10 de agosto de 2011

Día 156-160(5 de agosto-9 de agosto): De Rotterdam a Bremen


Al día siguiente temprano en la mañana partimos hacia Ámsterdam. Allí nos quedaríamos por cuatro noches, conociendo la ciudad y adaptándonos a la nueva etapa del viaje, donde haríamos las más de las veces vida de camping, durmiendo en carpas y cocinando arroz y fideos.

Parecía que el verano nunca había llegado a Holanda. Los días eran frescos y nublados y llovía regularmente. Las noches eran muy frías y había que abrigarse adecuadamente. El camping era un gran predio de césped donde las carpas se instalaban sin ningún orden. No existía el concepto de parcela. Uno podía usar los baños pero para darse una ducha había que ingresar una ficha que se compraba en recepción. Valía 0,80 y había que comprarlas antes que cerrara recepción si querías bañarte.

Tanto en el camping como en la ciudad la marihuana es algo tan común como el cigarrillo. La gente camina o se sienta a conversar y se prende uno. Por toda la ciudad hay cafés donde venden de todos los tipos. Hay fuertes y suaves, de acuerdo al gusto del consumidor. También hay tiendas donde venden hongos alucinógenos y sustancias varias y pastillas energizantes.

La ciudad de Ámsterdam es muy hermosa y una de las cosas que más contribuye a ello es la cantidad de canales que forman una especie de telaraña. El noventa y cinco por ciento de los habitantes no tienen manifestación religiosa, y la mayoría de las iglesias antiguas son hoy restaurantes o museos. Las calles son muy angostas y es complicado moverse en vehículo, más para nosotros que manejábamos una camioneta grande. Hay un millón de bicicletas circulando por la ciudad, y si se compara con la población que es de ochocientos mil habitantes nos da una idea del día a día de la ciudad. Hay sendas para las bicicletas, y se respeta el paso primero de éstas, incluso antes que el del peatón. Cuando recién habíamos llegado no distinguíamos cuál era la senda de bicicletas y cuál la de los peatones, y varias veces estuvimos cerca de ser atropellados. Las vías de tren pasan por el centro de la ciudad, y también el visitante tiene que tener cuidado.

Visitar la zona roja es una gran experiencia. Las mujeres, muchas de ellas tapas de revista, se exhiben tras las ventanas. Detrás de ellas hay una cama. Cuando entra un cliente, corre las cortinas rojas y lo atiende. La prostitución es legal en Holanda, y el término trabajadora sexual es el utilizado para referirse a las mujeres que se prostituyen. El precio ronda entre los treinta y los cincuenta euros. También abundan los sex shops y los cines porno.

La zona roja funciona hace siglos y a ella acudían los hombres que llegaban en los barcos luego de viajar por muchos meses durante la Edad Media. Era una fuente de ingreso para las iglesias de la época ya que los hombres arrepentidos, le dejaban una suma de dinero para que sus pecados sean olvidados.

En Ámsterdam se inventó el primer peaje, que debía pagarse para circular sus canales. Hoy en día te cobran hasta para pasar al baño, y uno supone que esta naturaleza comercial la llevan incorporada en los genes.

Luego de las cuatro noches en Ámsterdam partimos en la mañana hacia Alemania. Viajamos por varias horas hasta Bremen, y allí nos alojamos en un camping. El verano tampoco había llegado a Alemania y la lluvia arreciaba y caía la noche. Por suerte en el camping había un salón comunal y cocinas donde preparamos tortelines con estofado de cerdo.

Día 154-155(3 de agosto-4 de agosto): De Bruselas a Rotterdam


Al despertarnos llovía copiosamente. Teníamos planeado visitar Brujas pero como el tiempo no ayudaba y habíamos de estar en la embajada de Uruguay en Bruselas para retirar el pasaporte de Javi a las dos de la tarde, nos quedamos en el apartamento hasta la tarde y salimos directo a Bruselas.

El trámite se demoró más de lo previsto, así que decidimos no ir hasta Brujas ese día y comprar alimentos para preparar un buen guiso. Cuando volvíamos al apartamento se nos ocurrió levantar choclos en un campo del pueblo. El “Operativo Mazorca” resultó un éxito y como aperitivo nos deleitamos con choclos con manteca.

Luego de bañarnos volvimos a Bruselas ya que Vanesa había arreglado con unas amigas para encontrarnos en un boliche. Terminamos en un pub latino bailando salsa.

Al día siguiente preparamos las valijas bien temprano, nos despedimos de Vanesa, y partimos rumbo a Brujas. Las distancias en Bélgica son muy pequeñas y cada trayecto no duraba más de dos horas.

Nos encontramos con una ciudad hermosa, con iglesias, casas, torres y calles con aire medieval. Brujas fue un centro comercial en el medioevo, y en el siglo XIX y XX todos las construcciones se fueron retocando para mantener el aspecto antiguo.

Estacionamos la camioneta y salimos a perdernos por sus calles hasta que llegamos al centro donde se encuentra el mercado y la torre Beltron. Allí podías pasear en carruajes tirados por elegantes caballos. Subimos a la torre y contemplamos la ciudad desde lo alto; la vista de los canales y las tejas rojas, las torres altas y las calles que se perdían entreveradas, era magnífica.

Después de visitar Brujas, seguimos hacia Holanda. La primera ciudad a la que llegamos fue Rótterdam. Allí nos encontramos con la camioneta del Bocha, Alf, Colistro, Uranga y Bruno. Con ellos nos instalamos en un camping cercano.

Conversamos un rato, armamos las carpas y volvimos al centro de la ciudad para conocer los famosos café holandeses. Como todos saben, la marihuana es legal en Holanda. En los cafés, venden marihuana y hachís, tanto para llevar como para consumir en el local, que cuenta con sillones, pool, computadoras. Una música suave inducía a un estado de relax y el aire estaba saturado de humo de marihuana.

Fuimos a comer al Mc´Donalds y luego de preguntar por una discoteca estacionamos el auto en un parking cercano. La discoteca estaba llena y nos quedamos hasta tarde. 

miércoles, 3 de agosto de 2011

Día 151-153(31 de julio-2 de agosto): Camioneta por Europa, Bélgica


Después de tomar un tren rápido que me llevó desde la estación de Contest hasta París en menos de una hora y media, bajé al metro y realicé varias conexiones hasta la parada del Olrybus, el autobús que llega hasta el aeropuerto de Olry.

Una vez en Olry oeste no me costó encontrar al Mariolo, que me esperaba tomando un café. Abrazos y alegría mediante, nos volvimos a tomar el Olry hacia el centro de París. Luego hicimos conexiones de metro hasta la estación de Charonne. Allí almorzamos un churrasco de carne con fritas y ensalada y esperamos que mi prima Virginia nos pasara a buscar. Nos llevó hasta el apartamento de mi prima Lucía, donde pasaríamos la noche.

Después de descansar un breve lapso, llevé al Mariolo a conocer los jardines de las Tullerías, la plaza de la Concordia, la Avenida de los Campos Elíseos y la torre Eiffel. Antes de que se hiciese de noche volvimos al apartamento a descansar ya que al día siguiente comenzaba el viaje en camioneta por Europa.

Nos despertamos poco después de las siete de la mañana. Luego de desayunar y despedirnos de mi prima, fuimos al apartamento donde estaban mis padres y mi tía a buscar mi valija que había dejado allí cuando me fui a Contest.

Mis padres me acompañaron a buscar la camioneta a la concesionaria de Renault, donde habíamos quedado en encontramos con el grupo de la camioneta a eso de las nueve de la mañana. El horario había sido informal, y como había habido un cumpleaños de un integrante del grupo de viaje imaginé que el encuentro se produciría varias horas más tarde. A las diez y media estábamos ante la puerta del local. Sin embargo, los chiquilines aún no habían llegado.

Esperamos, mientras integrantes de otras camionetas llegaban, hacían los trámites y se llevaban la camioneta. Pasaban las horas y los chiquilines seguían sin llegar. Ya me estaba molestando cuando pasadas la una de la tarde apareció Matías con gente de otra camioneta. En efecto la fiesta de la noche anterior se había extendido más de la cuenta. A esa hora, ya me había despedido de mis padres que se habían ido a encontrarse con mi tía Rosario.

Con algún contratiempo, derivado de una tarjeta de memoria para el Gps que no contenía los mapas de Europa sino que sólo tenía los de Francia, solucionado rápidamente, salimos en la camioneta.

La primer parte del itinerario por Europa nos llevaría por Bélgica, Holanda, Alemania, Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia. Dejaríamos la camioneta en un camping en Finlandia y nos uniríamos al Grupo de Viaje para la excursión por Rusia.

Junto a Matías y Mariolo fuimos a buscar al resto del equipo que se encontraba en un laboratorio de análisis en el centro de París ya que Javi esperaba el resultado de un análisis.

El equipo de la camioneta, apodado “Los Magníficos” y más tarde actualizado por “Mirta, Piqui y Los Magníficos” estaba compuesto por Matías Arizaga, Mario Galiano, Diego Dalva, Javier Levy y Felipe Vago. En Dinamarca uniríamos a un séptimo integrante, Martín Cervini.

En el primer día de la camioneta apenas tuvimos tiempo de realizar un surtido en Carrefour y las compras para acampar en Decathlón. Pero no íbamos a pasar la noche en Francia, sino en Bruselas, la capital de Bélgica. Estacionamos la camioneta en una de las calles principales de la capital y salimos a dar alguna vuelta. Como era lunes no había mucha gente en las calles y los bares estaban cerrados en su mayoría.

Cuando nos despertamos en el segundo día de la camioneta ya eran cerca de las once de la mañana. Fuimos hasta un Mc Donald´s a desayunar y a utilizar los baños. Después comenzamos con las visitas.

La primera fue el Palacio Real. Si bien era hermosísimo, el recuerdo del Palacio de Versalles empequeñecía los lujosos salones, las estatuas, los frescos y los cuadros.

En segundo lugar visitamos la Plaza Grande. Un lugar increíble donde las construcciones góticas actualizadas luego con un estilo de la época de Luis XIV, se elevaban alrededor de la plaza. Allí almorzamos unos refuerzos sentados bajo una escalera. El Hotel de Ville, el edificio más reconocido de la plaza fue el objetivo de un bombardeo francés en 1695. Irónicamente, fue el único edificio cercano que se salvó del bombardeo.

Más tarde me conecté a Internet y llamé a Vanesa, una amiga belga que nos iba a dar hospedaje por las próximas dos noches. Nos dio la dirección de su casa en un pueblo entre Bruselas y Ambéres, llamado Kapelle op den dos.

Dejamos atrás Bruselas, una ciudad muy bonita de un millón de personas, donde abundan los parques y las estatuas extrañas.

Yendo hacia el pueblo nos detuvimos en el Átomo una estructura a la que se puede ascender y que fue construida para celebrar la diversidad y la integración. No pudimos subir porque cerraba a las seis de la tarde.

Entramos al pueblo, rodeado de campos de cultivo y granjas. A los lados del camino, podíamos ver vacas, caballos y ovejas. El pueblo era muy bonito, y se respiraba tranquilidad. Matías no paraba de repetir lo lindo que eran los pueblos chicos, que prefería los pueblos a las ciudades, recordando su ciudad natal, Florida.

Cuando llegamos, nos dimos un baño y después de conversar un rato, salimos hacia Amberes para cenar y tomar alguna cerveza. Vanesa nos contó sobre la situación en Bélgica, país que está divido en dos grandes regiones, la región flamenca y Wallonia. Las diferencias culturales son enormes, y en una región y otra hablan diferentes idiomas. La región flamenca, ubicada en el norte es más rica que el sur, y sus habitantes no están conformes con que muchos de los impuestos que pagan, cubran necesidades de los habitantes del sur, que aportan menos al sistema de seguridad social. Los del norte quieren independizarse de la región del sur.