domingo, 14 de agosto de 2011

Día 161-164(10 de agosto-13 de agosto): De Bremen a Copenhague


En la mañana visitamos la ciudad de Bremen bajo la lluvia, que se empeñaba en acompañarnos a donde fuéramos. Paseamos por la plaza del mercado, o al menos así es la traducción literal al español. Allí había varias iglesias y muchos restaurantes. No nos alejamos de la camioneta demasiado pero nos dio para entrar a la catedral de Bremen, dentro de la cual está el museo de Dom, donde pudimos ver los sarcófagos y las vestimentas de los obispos que tuvo la catedral desde comienzos del milenio pasado.



Caminando por las calle escuchamos tocar en la guitarra “Vencedores vencidos” de los Redondos y cuando nos acercamos a quien interpretaba el tema, conocimos a una argentina que hacía años estaba viviendo en Alemania. Nos contó que, si bien pareciera que ya no existe el racismo, la moda de las nuevas generaciones es despreciar a los que no son como ellos. Varios grupos de nazis y neo nazis siguen existiendo debajo de la fachada de la nueva Alemania, que a simple vista parece abierta y tolerante.

Seguimos camino hacia Hamburgo en un largo viaje en camioneta. Cuando llegamos la lluvia arreciaba y como el camping más próximo a la ciudad quedaba a casi treinta kilómetros decidimos alojarnos en un hostel. Siguiendo los consejos de la Lonely Planet buscamos el AO Hostel. Una vez que llegamos, guiados por el GPS, en la recepción nos dijeron que no había más lugar, pero el Bocha se conectó a internet y logró reservar en hostelworld.com., y así comprobamos que a veces los hostels guardan lugares sólo para reservas por internet. Volvimos a recepción con la reserva y ya teníamos nuestra habitación, un cuarto de seis para siete, porque Dalvita, Colistro, Javi y Mariolo se habían salido de nuestro itinerario para visitar rápidamente Berlín, situado al este de Alemania, casi rozando Polonia y se juntaban con nosotros al día siguiente en Hamburgo.

Allí nos quedamos dos noches en la que prácticamente no nos dio tiempo para conocer la ciudad. Teníamos ropa sucia y había un solo lavarropas. Entre lavado y secado se me pasó una tarde entera.


En la segunda noche tocaba La Vela Puerca. Como en años anteriores estaban haciendo una gira por Alemania y las fechas coincidían con nuestro viaje. Íbamos a ver a La Vela en Alemania. No lo podíamos creer. Con la bandera de Uruguay colgada en la espalda y entonando canciones de la banda, nos subimos en la Traffic y salimos hacia Fabric antes de que llegara la noche. El local era el local soñado para un toque de rock, con una ambientación y una acústica de otro planeta. El toque fue un éxito y había mucha gente de grupo de viaje, todos descontrolados.

Al día siguiente en la tarde pusimos camino hacia Dinamarca en un trayecto de quinientos kilómetros. Antes de llegar a Copenhague, cerca de las once de la noche nos detuvimos en una parada de camioneros, de esas que abundan en la ruta, armamos las carpas, preparamos un arroz con atún y nos acostamos a dormir.


Conocimos Copenhague en la mañana, luego de buscar por horas un camping que nos satisficiera. Una vez que lo logramos salimos a visitar el castillo de Rosenborg Slot. Era muy bonito, pero nuevamente el esplendor del Palacio de Versalles empequeñecía los murales, cuadros, vasijas, adornos y tesoros, torres y esculturas. Claro, no puedo comparar cada palacio o castillo con Versalles, pero me resulta inevitable a tan poco tiempo de haberlo conocido.

Más tarde caminamos por el centro de la ciudad. En Dinamarca la brecha entre los pobres y los ricos es la más baja del mundo, y los dinamarqueses se sienten orgullosos de esto. No hay muchos inmigrantes, y esto resulta en que casi todas las personas que veíamos en las calles eran rubias y de ojos celestes; los primeros pobladores de Dinamarca vinieron desde Suecia.



Copenhague es una ciudad de un millón y medio de habitantes. Conocí una ciudad limpia, ordenada, bonita, con muchas obras de reconstrucción en calles y edificios. Salvo en el centro de la ciudad que tenía un considerable tránsito de personas, el resto de la misma se me antojaba vacía y desolada.

Antes de cerrar la entrada quiero explicar que en esta etapa del viaje se hace muy difícil escribir el día a día. Mi computadora casi siempre está sin carga. Es muy difícil encontrar un lugar donde cargarla por el ritmo del viaje, ya que andamos siempre arriba de la camioneta, o si estamos en un camping, en el único lugar para cargarla son los baños y uno tiene que estar allí cuidándola. Además tampoco tenemos margen para informarnos correctamente de cada lugar al que vamos; todo pasa rapidísimo y recordar las ciudades en la que estuviste los días pasados resulta en un ligero ejercicio de memoria. Conseguir wi-fi tampoco es sencillo, y que se den las dos condiciones imprescindibles para actualizar el blog (tener carga y acceso a internet) no es tan habitual como antes.

En esta etapa como habrán visto, las redacciones son escuetas esquemáticas, pero servirán para que en un futuro pueda explayarme más sobre los lugares visitados y sobre las experiencias adquiridas en cada uno de ellos. Sin embargo intentaré actualizar el blog lo más frecuentemente posible, dadas las circunstancias que no lo hacen fácil.


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