jueves, 6 de octubre de 2011

Día 216-218(3 de Octubre- 5 de Octubre): Playas de Croacia: Drubovnik


Dubrovnik es una ciudad puerto en las costas croatas del Mar Adriático. La belleza de la ciudad no sólo radica en el mar de aguas azules y turquesas y en sus costas de acantilados rocosos, ni tampoco en las frondosas colinas exuberantes de vegetación ni en su clima templado y mediterráneo, ni en sus casas de tejas rojas diseminadas por las colinas. Es cierto que todo esto contribuye a hacer de Dubrovnik una ciudad soñada, pero son sus murallas, que circundan toda la ciudad la que le dan aquél elemento inconfundible que la hacen una ciudad única y hermosa.

El primer día fuimos a dos playas, una en la mañana y otra en la tarde. Cuando el sol caía nos adentramos en la ciudad amurallada y conocimos uno de los cascos viejos mejor conservados que tuvimos la posibilidad de conocer. Allí se estaba filmando la serie “Juego de Tronos”, producida por HBO y pudimos ver cómo desarmaban los decorados que en realidad sólo tenían que darle el toque final (como improvisar puestos de feria) ya que la ciudad tenía suficiente aire medieval, preparados para la filmación.


El segundo día nos alejamos un poco más de nuestro apartamento y conocimos playas más distantes. Como las del día anterior, eran de piedras, pero el agua era fresca y transparente y era todo un placer bañarse en ella.

El tercer día nos fuimos de excursión a las islas del archipiélago. Pagamos cerca de dieciocho euros y el ticket incluía la visita a tres islas y el almuerzo, a borde del bote. El paseo prometía. En la primera isla teníamos una hora de tiempo libre y como había una pequeña playa de arena aprovechamos para jugar un picadito. Al volver al bote, ya tuvimos el primer problema. El croata nos recriminó que habíamos llegado tarde, cuando miramos el reloj tan sólo nos habíamos atrasado cinco minutos. En la segunda isla no había playa y con el bote anclado se servía la comida. Como el bote estaba lleno decidimos esperar el segundo turno para comer y nos quedamos conversando en el muelle. Cuando volvimos a la hora fijada para almorzar un tipo grande de lentes de sol nos habló de mala manera diciéndonos que estábamos generando problemas y que no podíamos fumar en el bote porque nos dejaba en una isla. Todo esto nos lo decía con un cigarro prendido. Cuando le preguntamos qué estaba haciendo él que estaba fumando nos respondió que él lo podía hacer porque era su bote. Su postura de arrogante no cambió cuando un brasilero le dijo que él había pedido por un bote en el que no se fumara porque tenía problemas con el cigarro. El tipo le respondió prendiéndose otro cigarro y sirviéndose un vodka con naranja. Dicho esto se sentó y comenzó a toquetearse con una rubia gordita que ya estaba bastante borracha. Seguimos discutiendo con el que vendría a ser el segundo a bordo que no paraba de amenazarnos que nos iba a dejar en una isla. Discutimos entre nosotros y resolvimos reclamar el dinero, dejar el bote y subirnos a otro de los tantos que estaban anclados en el puerto. Cuando fuimos a comunicarle que nos bajábamos que nos devolviera el dinero nos dijo que debíamos reclamarlo a la agencia. Le dijimos que era ridículo lo que nos decía, y le dejamos en claro que queríamos un trato al menos aceptable. Cuando dijo que estábamos generando problemas en el bote y molestando a la gente, las personas que escuchaban toda la discusión se pusieron de nuestra parte y le aclararon que los que estaban molestando eran ellos mismos. Luego el ambiente se fue tranquilizando y llegamos a la tercera isla sin problemas. Allí teníamos tres horas de tiempo libre y para llegar a la playa debíamos caminar casi dos kilómetros, subiendo a un monte. Algunos se quedaron jugando al truco mientras que otros comenzamos el recorrido. Al fin conocimos una playa con arena, espectacular en una bahía con las colinas a nuestros costados. En el mar se observaban barquitos que se mecían con la suave marea. Había una cancha de voleyball y dos bares con quinchos de paja. Volvimos en hora al bote y llegamos sin problemas al puerto de Dubrovnik. Allí nos encontramos con el contratiempo de que la camioneta que nos iba a llevar de vuelta al apartamento se había quedado atrapada en el tráfico por un accidente, así que algunos volvimos caminando y otros esperaron que llegara. Al final nos fuimos a encontrar en la puerta del apartamento tres cuartos de hora después.

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