viernes, 21 de octubre de 2011

Día 229-230(17 de octubre-18 de octubre): Los alpes suizos y la despedida de Los Limones


Bien entrada la tarde llegamos al valle desde el cual íbamos a subir al Shilthorn. Al principio no quería gastar los setenta euros que costaba el ascenso a la montaña, pero los chiquilines me terminaron convenciendo de que iba a ser una experiencia única, y los terminé pagando. Luego de realizada la experiencia puedo afirmar que subir al Shilthorn vale cada uno de los euros que pagué.

El valle desde el cual comenzaba el ascenso era muy bonito, con un extraordinario césped verde. Es increíble el color del césped, los árboles y las flores en Suiza. Pareciera que no existieran heladas que quemaran la vegetación. A nuestro alrededor se elevaban los alpes suizos con sus eternos picos nevados. A muchos metros de altura, cerca de los picos, valientes seres humanos desafiaban la gravedad volando en parapente.

Se llega a la montaña Shiltron después de varios tramos en teleférico. El primer tramo va desde Stechelberg hasta Mürren, deteniéndose primero en Gimmewald. El segundo te lleva desde Mürren hasta Birg. El último teleférico es el que realiza el tramo final, desde Birg hasta Shiltron. El altímetro marcará los 2.970 metros sobre el nivel del mar cuando se detenga en la estación de Shiltron.

En la cima de la montaña hay un mirador de trescientos sesenta grados, y debajo de él se encuentra un restaurante panorámico giratorio, en el cual fue filmada una de las películas de James Bond.


En la subida ya fuimos asombrándonos con el inigualable paisaje alpino, de una belleza que erizaba la piel. Y sobretodo en la estación de Mürren observando primero desde bajo y luego desde las alturas un pueblo soñado en el medio de las montañas. También pasamos sobre un lago helado, perdido y solitario, llamado Grausselli. Pero fue una vez que bajamos en la última estación cuando la experiencia alcanzó su máximo nivel. Estábamos a una altura de 2.970 metros, y el oxígeno que obteníamos con cada inhalación era muy poco. Salimos al mirador y pudimos ver todo a nuestro alrededor los picos nevados de los alpes suizos. Después bajamos por una escalera que en principio no permitía el paso y caminamos por la nieve, tomados de un cable de seguridad. Nos sentamos en unas rocas y nos quedamos más de una hora contemplando embelesados un paisaje que nunca jamás se borrara de nuestras retinas. Los cuervos graznaban y parecían mirarnos en calma y extrañados, como contemplando un animal que no les hará daño pero que está fuera de lugar es ese medioambiente, suyo por milenios.








Y llegó el momento en que tuvimos que deshacer el camino, ya exhaustos y satisfechos, con comentarios como que fue el mejor momento del viaje. En lo personal, se me hace difícil encontrar un mejor momento en este viaje increíble, lo que puedo asegurar es que ninguno olvidará lo que vivimos aquél día, a 2.970 metros sobre el nivel del mar, en los alpes suizos.

Ya se hacía de noche cuando tomamos los vehículos y volvimos a Interlaken a conocer algo de la ciudad en la noche. No dio para mucho, sólo cenamos y pusimos rumbo a Lucerna rápidamente. Y aquí comenzaron los problemas. Por alguna razón una valla bloqueaba la única ruta de salida de la ciudad. La Traffic se quedó esperando en un descanso cercano a la valla y la Zenit siguió por una oscura ruta lateral, con la idea de encontrar alguna salida de la ciudad, o algún lugar para aparcar y tirar las carpas. Quedaron en volver al cabo de pocos minutos.

Habían pasado más de cuarenta y cinco minutos y la Zenit no volvía. Los que estábamos en la Traffic, Matías A., Ciervo, Vago y yo comenzamos a inquietarnos. Surgieron ideas extrañas como que se habían metido en un terreno privado y habían tenido problemas. No sabíamos que hacer si tomar la ruta paralela o seguir esperando. Hacía mucho frío, y estábamos inmersos en una gran oscuridad.

Finalmente decidimos ir a buscarlos. Íbamos un tanto sugestionados y los bosques espesos lucían amenazadores. Pero poco después recibimos un mensaje de Alfonso: Acabamos de sobrevivir a un intento de asesinato del Bocha, estamos volviendo.

El mensaje nos tranquilizaba con respecto a que todos estaban bien y de hecho estaban volviendo. Pero, ¿que era eso del intento de asesinato? Así que discutiendo sobre este punto, volvimos al descanso de la ruta.

Cuando diez minutos después apareció la Zenit, nos enteramos de que en realidad se habían referido a que habían tenido que dar la vuelta el auto al lado de un barranco. Bocha iba dando indicaciones mientras Matías U. manejaba. Según Alfonso, habían estado a pocos centímetros de caer al barranco. Los demás decían que no era así, que la maniobra había sido segura.

Sin idea de donde armar el campamento decidimos armarlo ahí mismo, a pocos metros de donde estábamos. Así lo hicimos. Esta vez me tocó dormir en el asiento trasero de la Traffic.

Eran las ocho de la mañana y sentí unos golpes en la ventana. Miré para afuera y me encontré con una mujer policía que nos llamaba. Se veía un vehículo policial aparcado poco detrás. Otra vez, no podemos tener peor suerte, pensaba.

Nuevamente entregamos los pasaportes y nos hicieron salir de los vehículos y de las carpas. Nos quedamos parados en círculo a la espera de que comenzaran a hacernos preguntas o escuchar lo que fuera que nos fueran a decir. La mujer nos pidió que nos remangáramos los buzos y nos miró las venas. Buscaba marcas de jeringas. Comprobó que no éramos junkies y nos preguntó que hacíamos allí. Le respondimos que íbamos a Lucerna, y como encontramos la ruta cerrada no tuvimos otra que quedarnos allí acampando. Esto es propiedad privada, y la ruta ayer no estaba cerrada, nos dijo. Le pedimos que comprobara esto último porque podíamos asegurar que sí lo estaba por la noche.

Algunos minutos después volvió con los pasaportes y nos dijó que podíamos irnos. Así que, solucionado el inconveniente, fuimos a conocer Interlaken por el día. Interlaken traducido al español significa entre lagos. Es una pequeña y pintoresca ciudad ubicada entre los ríos Thun y Brienz. Algunos desayunamos en Hooters y luego de recorrer rápidamente la ciudad seguimos camino pero antes paramos a conocer uno de los lagos. No puedo decir cuál de los dos era, si el Thun o el Brienz. Era muy bonito, con aguas transparentes y con una vista como siempre, de postal de las montañas.

Por la tarde llegamos a Lucerna, una ciudad de 200.000 habitantes. Es muy famosa por tener el puente de madera más antiguo de Europa, del año 1365. Cruza el río Reuss. En el techo del puente se hallan numerosas pinturas que cuentan la historia de Lucerna. En el río Reuss viven una cantidad impresionante de cisnes, patos y gaviotas, que prácticamente están en la calle. No le tienen miedo a los humanos y uno puede sentarse en un muelle o una escollera y tener a estos animales a menos de un metro.

Luego de pasear por la ciudad y cruzar el puente KapelbrUcke pusimos rumbo a París, donde al otro día a las once de la mañana debía tomarme el vuelo a Nueva York. Iba a dejar a “Los Limones”, que seguían hacia España y algunos también luego de España seguían hacia Reino Unido.

Eran casi setecientos kilómetros y para evitar contratiempos salimos temprano. Esta vez el problema que tuvimos fue que la Zenit entró en tanque de reserva. Tuvimos que meternos en la primera salida de la autopista y terminamos en un pueblo fantasma. Pero en el pueblo, si bien había algunas estaciones de servicio, no pudimos cargar combustible. Las estaciones no tenían personal y sólo podíamos comprar con tarjeta de crédito, pero las internacionales que teníamos no servían.

Tuvimos que volver a la ruta, y con los dedos cruzados manejar los próximos veintiocho kilómetros hasta la siguiente estación de servicio. Si se les quedaba el auto, iban a tener que llamar a la asistencia, y la Traffic seguiría hacia París para que no me perdiera el vuelo. Pero no fue necesario, ya que con el último aliento, la Zenit llegó a la estación. Después del imprevisto llegamos a París cerca de las dos de la mañana.

Me despedí muy emocionado de mis compañeros de ruta de los últimos meses, de amigos con los que compartí momentos que nunca olvidaré y que seguiremos recordando en cada reunión, en cada encuentro. Para ellos dedicada esta entrada del blog y mis deseos de que sigan disfrutando en España y Reino Unido. Vamos, vamos los limones, vamos los limones de mi corazón. Los quiero y gracias por todos los buenos momentos.

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