Budapest, junto con Praga fueron las ciudades europeas que más me deslumbraron. Dividida por el mítico río Danubio, surge de la unificación en 1873 de las ciudades de Buda de un lado del río y de Pest del otro lado.
El primer día por la mañana me dediqué a leer en el living del hostel. Era muy cómodo y amplio y teníamos un piso entero para nosotros. Era como estar en nuestra casa. Mientras los demás se iban a hacer el tour comunista de la ciudad yo tenía otros planes. Quería conocer el Barrio del Castillo del lado de Buda y bajar al laberinto del Castillo de Buda, así que aprovechando la locación central del hostel, bajé a la calle, saqué unas fotos a la Basílica de San Esteban (a cuadra y media) y luego volví sobre mis pasos en dirección al Puente de las Cadenas.
El sol estaba alto en el cielo y una suave brisa hacía que la caminata fuera todo un placer. A mitad del puente, sobre el Danubio, me detuve a admirar el paisaje. Del lado de Pest podía ver el Parlamento, construido entre fines del siglo XIX y comienzos del XX de estilo neogótico. Es de una hermosura y perfección que lo dejan a uno de boca abierta. Del lado de Buda se podía ver el castillo de Buda levantado sobre la colina y sus muros. Debajo del puente, surcando el Danubio, varios cruceros navegaban lentamente.
Al contrario de Pest, una planicie, Buda tiene el terreno accidentado. Así que una vez que estuve en su lado tuve que subir varias calles empinadas y escaleras de cientos de escalones. Pero tuvo sus frutos. Me encontré en el hermoso Barrio del Castillo, un núcleo urbano ancestral y el que contiene el mayor conjunto de monumentos de toda Hungría. Inmediatamente me dirigí al Bastión de los Pescadores. Comenzado a construir en 1895 en el lugar de la muralla medieval su estilo es el neorrománico y su función es meramente decorativa. Desde allí se tiene una majestuosa vista de la orilla de Pest, con el Parlamento claro, como principal objetivo. Después de saciar mi vista y de haber acabado el rollo de la cámara si es que mi cámara no hubiera sido digital, continué hacia la Plaza de la Santísima Trinidad. Allí se erige uno de los edificios más importantes de Budapest, la Iglesia Matías, con su torre gótica. Tiene ya más de setecientos años y allí fueron coronados numerosos reyes.
Habiendo acabado las visitas principales del Barrio del Castillo me dirigí hacia la entrada del Laberinto del Castillo de Buda, ubicada a varias cuadras de donde me encontraba. En el camino hacia allí todo bajaba de ritmo. De un lugar un tanto congestionado de turistas como la Iglesia Matías, pasé a caminar por calles adoquinadas, silenciosas, con casas de aspecto medieval y otras refaccionadas y de colores muy bonitos. Todo iba bien, muy armónico, hasta que llegué a la entrada del laberinto. Un cartel indicaba que estaba cerrado por tiempo indeterminado. Una pena enorme me dio porque no iba a tener la posibilidad de conocer un lugar que tanto me interesaba. Pero tenía otra chance. Cerca de allí se encontraba la Gruta del Castillo. No tan importante como el Laberinto con su sistema de grutas y sótanos de mil doscientos metros de largo, podía ser un buen premio consuelo. Tampoco tuve suerte. No podía encontrarlo en la dirección indicada en la guía y cuando entré a una librería a consultar, el vendedor me dijo que estaba cerrada hace años. Me indicó que podía ir al laberinto. No quise explicarle que venía de allí y que estaba cerrado.
Cabizbajo comencé mi retorno al hostel pero rápidamente el paisaje me levantó el ánimo. Es que Budapest es una ciudad hermosa y única.
Después de descansar un rato en el hostel salí a caminar nuevamente por las calles, esta vez del lado de Pest. Pude ver un movimiento interesante ya que la gente volvía del trabajo y se comenzaba a reunir en plazas y en bares. La Basílica de San Esteban quedaba iluminada por el atardecer y brillaba con un increíble color dorado.
Al día siguiente nos despertamos temprano con Matías Arizaga y conducimos hasta el Parque Memento en el distrito XII del lado de Buda, a algunos kilómetros del hostel. El él se encuentran las estatuas públicas de la época comunista, retiradas luego del cambio de régimen de 1989-1990. Allí pudimos ver enormes monumentos de Lenin, Marx, Engels, Dimitrov, soldados del ejército rojo, y otros obras alegóricas del comunismo y de la liberación. También pudimos subirnos a un Trabant, “el coche del pueblo” procedente de la República Democrática Alemana.
Cuando terminamos la visita nos dirigimos a las orillas del Danubio del lado de Buda, dejamos la camioneta, comimos y caminamos por la rambla en dirección al Puente de las Cadenas. Matías quedó impresionado por el Parlamento y yo compartía su admiración, es un edificio que sobresale a todos los demás. Cuando volvimos a la camioneta vimos que alguien había colocado unos papeles envueltos en una bolsa verde bajo el parabrisas. Cuando los sacamos nos dimos cuenta de que era una multa, aunque no entendíamos la lengua. No podíamos creerlo porque habíamos pagado el tiempo de estacionamiento en una máquina cercana y habíamos colocado el papel para que fuera visible del exterior.
Pusimos rumbo al Parque de la Ciudad, donde se encuentra el Museo de las Artes, la Plaza de los Héroes, el zoológico, el castillo Vajdaunyad. Es un parque enorme que sobresale por su color verde en los mapas. Queda al noreste de la ciudad, en el lado de Pest, lejos del Danubio.
Una vez allí estacionamos en el estacionamiento gratuito y fuimos a preguntarles a unos policías por la multa. No entendían inglés pero logramos entendernos a las señas mostrándole la multa y nuestro ticket de estacionamiento. Nos indicaron la dirección a la que debíamos ir si queríamos reclamar, impresa en algún lugar del ticket.
Olvidándonos del problema por el momento, nos adentramos en el parque. Ya perdidos en él encontramos un edificio de aspecto antiguo al que entramos ya que había una exposición de arte moderno. No sé quien será que define qué es arte y que no. No siendo un experto no supe ser capaz de admirar el valor artístico de unos rulemanes dentro de un panel de vidrio o el de un cuadro pintado en celeste de un water con un calentador.
Respirando el aire del parque en el hermoso día de sol continuamos camino rumbo al castillo y su lago. Es realmente magnífico este parque y recomiendo visitarlo por un día completo a quien vaya Budapest.
Cerca del zoológico jugamos un Richard en una cancha de fútbol con unos locales. El resultado no podía ser otro que la victoria para dos uruguayos que querían dejar bien alto la bandera. Fue inmediata la asociación y el recuerdo con aquél increíble partido de bádminton que le ganamos en las calles de Hanoi a unos vietnamitas, nosotros sin ninguna experiencia y ellos duchos en su arte, intimidándolos a pleno grito de pulmón: Uruguay no´má! Choque de pecho. Choque esos cinco. Traspirando cada tanto que hacíamos.
Sacamos alguna foto en la Plaza de los Héroes y volvimos a la camioneta. Eran ya casi las cinco de la tarde y pusimos en el GPS la dirección que nos habían indicado los policías para ir a reclamar la multa. El tráfico estaba imposible. Durante el día ya habíamos visto cuatro accidentes de coche. Es evidente que en Budapest hay un exceso de vehículos. También hay un exceso de inspectores de tráfico, muy molestos para nosotros. En una amplísima zona hay que pagar por el estacionamiento y es carísimo. Y es más caro aún dejarlo en estacionamientos subterráneos.
Cuando estábamos llegando a la dirección buscada el Mati grita: Mirá Chelo, ese es el inspector que nos puso la multa. En efecto era el inspector peludo y gordo que habíamos visto cerca de la zona donde habíamos estacionado al mediodía. Yo iba de copiloto y me bajé a la calle tal como estaba, en calcetines porque me había quitado los championes para descansar los pies. Quizá se haya asustado un poco el inspector de ver venir a un tipo increpándolo en un idioma que no conocía, en medias y bajándose de un auto a mitad de la calle. No pensé en ello, sólo quería que me sacaran la multa. El inspector no entendía lo que le decía mientras le mostraba los papeles. Llamó a una persona que estaba hablando en celular para que hiciera de traductor. Finalmente, el inspector terminó pidiendo perdón por no haber visto el ticket. Pero teníamos que volver al otro día porque las oficinas estaban cerradas. Igual me quedó la suspicacia de que se haya hecho el boludo al ver que nuestra chapa no era húngara y que, creyendo que no sabríamos como resolver el problema y que no iríamos a reclamarla, podría así engrosar sus arcas.
Con el problema en vías de solución buscamos un estacionamiento y después de pasear un rato y parar a cenar tempranamente volvimos al hostel.
En cuanto a las fotos pido disculpas porque la conexión es lentísima y se me hace imposible subirlas. Prometo subir algunas cuando la conexión lo permita. Entiendo que muchos van a quedar con ganas de ver los paisajes y edificios tan espectaculares mencionados en esta entrada.