domingo, 4 de septiembre de 2011

Día 183(1 de Septiembre): URSS y Rusia Museo II Guerra


Así como en nuestro país, en Rusia también es común oír decir a las personas mayores que antes las cosas eran mejores. La nostalgia por los años de la juventud está alterada por la memoria selectiva que guarda y pondera los momentos buenos y que olvida o atenúa los momentos malos. Aún así, el recuerdo de lo que fue determina lo que uno es hoy.

Algo había de bueno en los tiempos de la URSS cuando la esperanza de un futuro comunista iluminaba las horas difíciles de los soviéticos. Se recuerda que no había lujos, pero las necesidades básicas estaban satisfechas. Se recuerda que no había libertad pero nadie sufría de stress pensando en el futuro de sus hijos ni en que de un día para el otro se podía quedar sin empleo y no podría seguir pagando las cuotas del alquiler. Había viviendas para todos a través de un modelo de construcción en serie que hoy en día es envidiado por muchos de los países tercermundistas que sufren del flagelo de la indigencia. Si se le cuestiona a un ruso de que el régimen soviético era en realidad una dictadura, es probable que te conteste: Y ustedes? Pueden salir del país? En verdad? Todos pueden hacerlo? O sólo unos pocos?

Los soviéticos no podían entran ni salir del país y tampoco los dejaban relacionarse con extranjeros. El estado controlaba todas las actividades de forma policíaca. Está confirmado que en todas las habitaciones de los hoteles había micrófonos. El mundo creado en la novela distópica de George Orwell “1984”, en el cual aparece el Gran Hermano como símbolo de un Estado controlador, omnipotente y omnipresente, no estaba tan alejado de las realidad de lo que fue la URSS.

La disolución del imperio romano transformó el mundo. La de la URSS también lo hizo. Cuando la URSS cae, los soviéticos creían que estaban a un paso del socialismo desarrollado y a otro del comunismo. Que estaban a pocos años de cumplir el sueño de Lenin y de la revolución. Pero esta realidad estaba deformada. El sistema no estaba funcionando bien y Gorvachov al intentar arreglarlo terminó abriendo la “caja de Pandora”. Y los soviéticos en un lapso de cinco años se quedaron sin nada, y se encontraron perdidos con la avalancha del capitalismo. Muchos enloquecieron ya que nada de lo había sido iba a seguir siendo, y el futuro se les cayó a pedazos. La escalera de cristal por la que estaban subiendo se hizo añicos de un día para el otro y todos cayeron a una selva de inseguridades y de incógnitas, rodeados de alimañas sin rostro y sin nombre.

La consecuencia de todo esto es que hoy en día los rusos miran la democracia de reojo. Desconfían de ella. Por eso aceptan un régimen que en realidad es una democracia solamente en los papeles. Hacen un juego de palabras en la que a la democracia la llaman demorcracia: esto significa mierda de cracia.

Los periodistas tienen que andar con cuidado. No pasa lo mismo que en otros países en que los periodistas son bienvenidos, aquí los periodistas lo único que pueden hacer es molestar. En el derecho romano existe el beneficio de la duda y todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. En Rusia es al revés. Si naciste sos culpable y tenés que demostrar que no lo sos. Por algo los que ocupan cargos políticos altos deben asegurarse la afinidad de sus sucesores para que no terminen en la cárcel o hasta asesinados. Y los rusos aguantan, aguantan hasta que explotan. En 2017 se cumplen cien años de la revolución.

Estos eran, desordenados pero claros y punzantes, los conceptos que recibimos de Marcel sobre la realidad de Rusia, sentados en la Plaza de la Victoria. A nuestras espaldas el obelisco se elevaba hasta el cielo, haciendo memoria a las ciudades que habían sido ocupadas por los nazis. En su cima el ángel de la victoria llegaba aún más alto, dominando la plaza desde el cielo, despejado y nítido.




Una vez que concluyó la charla nos invitó a entrar al Museo de la II Guerra Mundial, ubicado a pocos metros a nuestra derecha. Fue una visita muy rica, en la que pudimos ver cantidad de objetos, vestimentas, armamento y fotografías de la guerra. En unos salones, dibujos panorámicos tomados de fotografías reales lograban transportarte a la batalla de Stalingrado, al sitio de Moscú, y a la batalla de Berlín. La sensación de profundidad era lograda con objetos reales que formaban parte de la escena como polvo, tanques, cañones, gorros y muñecos.

Después de comprar un libro y posters de propaganda de la URSS, volvimos al hotel. En la noche en el hall del hotel festejamos mi cumpleaños número veintiocho. Un agradecimiento a toda mi gente de Uruguay que me envió saludos a la distancia, por mail, Skype y Facebook y a todos mis compañeros y amigos del grupo de viaje con quienes hemos sabido formar una gran familia. El Grupo de Viaje CCEE 2011 seguirá existiendo por muchos años aunque termine el viaje. Gracias a todos.

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