lunes, 19 de septiembre de 2011

Día 197-199(15 de Septiembre-17 de Septiembre): Praga la ciudad dorada


“Vine a Praga a romper esta canción
Por motivos que no voy a explicarte
A orillas del Moldava
Las olas me empujaban
A dejarte por darte la razón

En el Puente de Carlos aprendí
A rimar cicatriz con epidemia
Perdiendo los modales:
Si hay que pisar cristales
Que sean de Bohemia, corazón

Ay!!
Praga, Praga, Praga
Donde el amor naufraga en un acordeón
Ay! Praga, Darling, Praga,
Los condenados pagan 
Cara su redención

Ay! Praga, Praga, Praga
Dos dedos en la llaga
Y un santo en el desván 
Ay! Praga, Praga, Praga
La luna es una daga
Manchada de alquitrán.

Vine a Praga a fundar una ciudad
Una noche a las diez de la mañana
Subiendo a Malá Strana
Quemando tu bandera 
En la frontera de la soledad

Otra vez a volvernos del revés,
A olvidarte otra vez en cada esquina
Bailando entre las ruinas
Por desamor al arte
De regarte las plantas de los pies

Ay! Praga, Praga,Praga
Donde el amor naufraga 
En un acordeón
Ay! Praga, darling , Praga
Los condenados pagan 
Cara su salvación

Ay! Praga, Praga, Praga,
Donde la nieve apaga
las ascuas del tablao
Ay! Praga, darling , Praga
Lagrima que se enjuaga
En Plaza Wenceslao.

Ay! Praga, Praga, Praga,
Dos dedos en la llaga 
Y un santo en el desván 
Ay! Praga, darling , Praga
La luna es una daga
Manchada de alquitrán.”


Letra de “Cristales de Bohemia” de Joaquín Sabina


Tres noches y dos días pasamos en esta ciudad. Tres noches y dos días fueron suficientes para que me enamorara de esta ciudad, entre las más bellas sino la más, de todas las que me tocó visitar en este gran viaje.

El primer día salimos a recorrerla, a perdernos en ella, a respirar el aire que respiró Sabina cuando fue a vivir allí unos meses con Benjamín Prado, mientras preparaban el que hoy es su último disco “Vinagres y rosas”.

La capital de la República Checa, con sus millón y pocos habitantes es la ciudad más grande del país, y había sido también la capital de Checoslovaquia y del Reino de Bohemia. Se sitúa a orillas del río Moldava y numerosos puentes lo cruzan. Fue en el Puente de Carlos cuando caí en la cuenta de que la ciudad en la que estaba poniendo mis pies era una de las ciudades más hermosas del mundo.

Como no estábamos haciendo el tour por la ciudad y sólo la recorríamos por nuestra cuenta, sus asombrosos edificios y sus estatuas y esculturas, sus fascinantes iglesias, y sus espléndidas plazas y calles no tenían nombre propio. Pero eran un regalo para la vista y para la imaginación.

El Puente de Carlos conecta la Ciudad Vieja con la Ciudad Pequeña y tiene un largo de quinientos dieciséis metros y diez metros de ancho. Treinta espectaculares estatuas se sitúan a ambos lados del puente y contribuyen a que caminar por él sea una experiencia única con la vista al fondo del Castillo de Praga. Es un sitio muy visitado por turistas y hay muchos comerciantes y artistas que aprovechan este flujo y ofrecen sus mercaderías y sus trabajos.

Praga, llamada muchas veces “La ciudad dorada” es un sueño de ciudad. A la noche en el hostel, mientras cocinaba por la noche mostacholes a la carusso y recordaba los sitios visitados tuve de pronto una visión. Había soñado con esa ciudad mucho tiempo atrás. Había soñado con Praga sin nunca antes conocerla. La sensación nunca desapareció como puede suceder con algunos deja vú. Sino que siguió y sigue conmigo.

Una de las noches, siguiendo el que quisimos apodar “El Camino de Sabina” algunos visitamos el Cabaret Darling, cabaret que frecuentaba Sabina y su amigo Benjamín Prado en los meses en los que vivieron en la ciudad. Presenciamos un espectáculo digno para el recuerdo en una mesa que habíamos reservado por internet al lado del escenario.

En la última mañana en Praga preparamos el equipaje y partimos hacia Berlín. Fueron varias horas de viaje y para recuerdo queda una anécdota. Ni bien entramos a Alemania nos volvió a parar la policía. Pero esta vez recibimos el mejor trato y sólo nos pararon por rutina para verificar con nuestros pasaportes nuestro ingreso a la comunidad europea. Muy diferente a la experiencia vivida con la policía polaca.

En la tarde noche llegamos a Berlín y nos quedamos en un camping. Si en algún país hay sequía basta con que nos llamen para que lo visitemos y nos quedemos en un camping. Si nos quedamos en un hostel está claro que no va a llover. Así que pasamos una noche bajo la lluvia, recordando aquella primera parte del viaje por Europa, cuando la lluvia nos iba siguiendo a medida que íbamos recorriendo países, siempre quedándonos en campings.

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