miércoles, 28 de septiembre de 2011

Día 205-209(22 de Septiembre-26 de Septiembre): Oktoberfest en Munich


Oktoberfest es la fiesta más grande de Alemania y uno de las fiestas más grandes del mundo, con una afluencia de seis millones de visitantes por año. Comienza el primer sábado después del quince de septiembre y dura un poco más de dos semanas. Se consumen millones de litros de cerveza.

La fiesta se realiza en Theresienwiese, un descampado en el centro de Munich, cerca de la Estación Central de trenes. En sus alrededores se encuentra la estatua de Bavaria.

Varios galpones de marcas de cerveza de Munich reciben miles de visitantes por día y en los días con más público no es posible acceder sin reserva. Los galpones están abiertos desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche. A partir de las diez y media no se vende más cerveza. La bebida, alma de la fiesta, se sirve en jarras de un litro que en 2011 costaban, con la propina incluida e inevitable, diez euros.

Pero la Oktoberfest no es sólo entrar a un galpón, sentarse en una mesa y tomar cerveza mientras una orquesta interpreta viejos éxitos musicales. El parque es también un parque de diversiones con juegos para chicos y grandes. La amplia avenida entre los galpones está colmada de turistas y se ofrecen alimentos y souvenirs de todos los tipos.

Lo más interesante de ver son los vestidos típicos que utilizan tanto hombres como mujeres y que le dan un color especial a la fiesta. Los vestidos de las mujeres son muy sensuales con un escote pronunciado. Los de hombres son muy graciosos y estuvimos a punto de alquilar algunos pero nos detuvieron los elevados precios de los mismos.

Tres veces fui a la fiesta, dos veces de noche y una de día. La primera vez, era mi segunda noche en la ciudad. Entramos a la carpa de HB, una de las marcas más conocidas. Me sorprendió el ambiente festivo y cómo la gente se paraba en las sillas y cantaba las canciones de la orquesta. Además de brindar con las jarras y de moverlas al ritmo de la música. La mayoría de los presentes tenían un estado etílico considerable pero no observé disturbios mayores.

La segunda vez fui toda la tarde. Ya habíamos pasado tres noches en Munich. En el camping teníamos una cancha de básquetbol y todos los días jugábamos varias horas. También había mesa de ping pong y largas mesas donde se prestaba para jugar al truco. Ese día quería conocer la fiesta en horas diurnas, y como todos estaban colgados con alguna de las actividades antes mencionadas, me tomé el tranvía y fui hacia allí sólo.No pude entrar a ninguna carpa porque era sábado y sólo se podía entrar con reserva. Estaba absolutamente repleto y era difícil moverse por el parque, así que salí a los alrededores y conocí el ambiente de los bares aledaños. Por todos lados la gente bebía cerveza. Más tarde me encontré con una amiga colombiana que vivía en Munich y entramos a la carpa de Paulaner. Ya era de noche cuando llegaron algunos de los chiquilines.

La última vez que fui fue la última noche en Munich y volvimos a ir a la carpa de HB. Habíamos coincidido con un grupo de chicas del grupo y éramos un montón de uruguayos. Cerca de la fiesta, había camionetas de la policía. Me sorprendió enormemente que éstas tenían parlantes y un oficial ponía música para bailar. Lo veías del otro lado del vidrio moviéndose con la música y saludando a la gente. Algunos hasta le pedían temas. Me quedé un rato sin poder creer lo que estaba viendo.

Pasamos mucho tiempo en el camping jugando al básquetbol. Durante el día quedaba casi vacío porque casi todos los que allí estaban acampando se tomaban en serio el Oktoberfest. Esto es, chupar desde después del desayuno, vestirse para la fiesta, y salir bien temprano para volver dado vuelta en horario nocturno. Nosotros claro, nos lo tomamos más tranquilo. Después de tantos meses de viaje, había que tomarse este tipo de fiestas con mesura.

Luego de la quinta noche en Munich partimos rumbo a Viena, capital de Austria. Sobre la noche llegamos a un camping donde alquilamos una cabaña para cuatro personas. Éramos ocho así que en el espacio donde estaba la mesa inflamos los colchones de dormir y los que como yo, perdieron el sorteo de las camas disponibles, tuvieron que dormir en el piso.

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