En nuestro último día en la excursión a Rusia, el día de mi cumpleaños, tuvimos que hacer el check out del hotel cerca de las once de la mañana. Luego tendríamos tiempo libre hasta la noche cuando debíamos congregarnos todos en el hotel para ir a la estación de tren.
Luego de preparar el mate, junto a Mariolo, Juanchi y Gonza Cracel nos dirigimos hacia una feria que abría todas las mañanas a la vuelta del hotel. Allí vendían matrioskas, cajas musicales, adornos, llaveros e imanes, entre otras cosas. Luego de comprar regalos volvimos al hotel ya que Marcel nos iba a llevar a un parque donde solían hacer exposiciones y ferias internacionales.
No había ninguna exposición en esas fechas, pero sí un parque de diversiones, karting y juegos de kermesse. El parque era imponente y las fuentes que íbamos encontrando a medida que lo recorríamos eran impactantes. No dejaba de sorprenderme que la obsesión rusa de hacer todo a escala de ballena azul fuera tan obsecuente.
Antes de que la noche extendiera su velo ya nos encontrábamos en el hall del hotel. Algunos hacían las últimas compras de víveres para pasar la noche en el camarote del tren. Yo estaba en un sillón mirando los mensajes que había recibido por mi cumpleaños. Claro, con la mente a mil metros de altura. No me di cuenta de que muchos de mis compañeros del grupo se habían juntado en torno a mí y cuando levanté la cabeza y los vi, uno de ellos me hizo entrega de un regalo de cumpleaños que no esperaba. Un par de championes adidas y dos pares de medias. Saludé a todos muy emocionado y agradeciéndoles el gesto que no consideraba fuera necesario.
Nos subimos al ómnibus y nos dirigimos a la estación de tren. Una vez dentro, y cuando el tren se hundía en las tinieblas atravesando el territorio ruso en dirección a Finlandia, tuvimos tiempo de festejar un poco más con la viola del Bocha y nuestras voces intentando embocar algún tono murguero.
La excursión a Rusia llegaba a su fin y con ella concluía la experiencia de viaje en grupo universitario. Ahora todos continuamos en camionetas recorriendo Europa del Este y con el norte en París donde debemos devolver la camioneta.
Fue una experiencia desde todo punto de vista enriquecedora, y recomiendo a los próximos viajeros de Ciencias Económicas no perderse este destino. Si tienen que sacrificar algo, que no sea Rusia.
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