El Kremlin de Moscú recorre 2 kilómetros trescientos treinta y cinco metros cercando veintiocho hectáreas. Antes de que Moscú se desarrollara era una ciudadela que fue destruida por los incendios. Allí vivían los zares rusos y se ubican cuatro palacios y cuatro catedrales.
Dentro del Kremlin encontramos la Plaza y la Torre de la Santísima Trinidad, el edificio Arsenal, el edificio del Senado, donde trabajó Lenin luego de la revolución y actualmente trabaja el presidente de Rusia entre otros edificios que se destacan por su historia y arquitectura.
A media mañana salimos del hotel, de musculosa y sandalias y disfrutando del agradable clima templado que nos acompañó en toda la excursión en Rusia. Cebando mate nos metimos en el metro y en camino hacia el Kremlin nos fuimos deteniendo en varias estaciones y disfrutando de historias y anécdotas que nuestro guía nos ofrecía.
Cuando salimos del metro, debimos caminar un buen trecho hasta llegar a la entrada. Había una feria donde vendían las clásicas muñecas rusas, gorros y sombreros y otras chucherías de colores. En Rusia no están preparados para el turismo y la gente que se nos acercaba nos hablaba en ruso, y cuando hacíamos señas de que no entendíamos seguían insistiendo en ruso. Tampoco uno nota una presencia masiva de turistas y es una de las cosas que más me ha hecho disfrutar de esta ciudad. En los lugares muy turísticos, la realidad cotidiana se ve enturbiada por la presencia de los extranjeros. Aquí la realidad está ahí para quien la quiera ver, diáfana y a varias capas de profundidad.
Pasamos por un edificio que estaban refaccionando y los obreros de enterito y remera de colores nos hicieron acordar a los tres chiflados. Los obreros nos miraban y nos saludaban cuando varios de nosotros nos detuvimos a sacarles fotos.
Y seguimos rodeando las murallas del Kremlin y sus torres, de color rojo y de ángulos pronunciados y elegantes. El aire estaba límpido y una agradable fragancia estimulaba el ánimo.
Cuando llegamos a las puertas nos dividimos en tres grupos, cada uno con su respectiva guía. Luego del control de rutina y de pasar a través del detector de metales ingresamos por fin al Kremlin, construido por primera vez en 1.147 pero remodelado y reconstruido varias veces a lo largo de la historia.
La guía nos fue explicando sobre los diferentes edificios que encontrábamos a nuestro paso. Además nos contó la historia sobre uno de los cañones que fue considerado el más grande del mundo, de cuarenta toneladas, de bronce y construido en el Patio de los Cañones, donde ahora se ubica el edificio de la KGB. Con cincon metros de longitud se dice que fue hecho para asustar a los enemigos y no se han encontrado rastros de pólvora.
Más adelante nos cruzamos con la campana más grande del mundo, de doscientas toneladas de aleación de diferentes metales. A efectos comparativos, la campana de la catedral de Notre Dame pesa sólo treinta toneladas.
Desde allí nos dirigimos a la Plaza de las Catedrales, alrededor de la cual se yerguen tres de las catedrales del Kremlin. En orden de importancia está: Asunción de la Virgen, San Miguel, Anunciación. Todas son catedrales de la Iglesia ortodoxa. Un análisis de lo que diferencia a la Iglesia Ortodoxa de las demás exigiría un estudio académico, a modo de que se hagan una idea, la Iglesia Ortodoxa no cree en la Inmaculada Concepción. Todos nacemos del pecado original y debemos llevar una vida de sufrimiento. Esta concepción se ve claramente en las iglesias donde no hay asientos para que los fieles se sienten al rezar. Deben rezar parados o arrodillados.
Visitamos estas catedrales y me maravillaron los frescos y las columnas dibujadas y aproveché los conocimientos que nuestra guía nos fue trasmitiendo en un muy entendible español para mi comprensión de la disposición de los objetos en la iglesias, así como los símbolos que nos iba señalando en los frescos, que se elevaban por las paredes hasta lo más alto del techo.
Luego terminó nuestra visita al Kremlin y volví al hotel. Antes de ir a mi cuarto a tomarme una pequeña siesta salimos con Uranga a buscar una feria que me habían dicho se armaba cerca del hotel. No la encontramos pero cuando volvíamos me llamó la atención un bar llamado Rock House. Preguntando a los dos roqueros que charlaban en la puerta, me dijeron que allí tocaban bandas y que abría a las seis y duraba unas horas. Al final no dormí siesta y luego de escribir el blog me bañé y me dirigí al local para conocer la escena roquera rusa.
La primera banda fue muy mala, pero en la segunda comenzó a levantar el nivel. Con influencias de AC DC ofrecía un rock pesado y con mucho swing. La última banda ofreció una excelente actuación de metal sinfónico con influencias de Nightwish con una mujer soprano que te dejaba la piel erizada. Cumplido y satisfecho volví al hotel a descansar para estar a pleno al día siguiente.
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