Salimos del hotel de El Cairo muy temprano, luego del desayuno. Nos subimos a los ómnibus y comenzamos el trayecto hacia Sharm el Sheijh. Nos esperaban casi ocho horas de viaje así que muchos fueron durmiendo, otros leyendo, otros mirando películas en la computadora.
La ruta transcurría por el desierto. En todas direcciones lo único que se veía era arena y dunas, o formaciones rocosas. Cada tanto, debíamos detenernos para un control militar. Quien sabe lo que buscaban, pero como mencionaba anteriormente, en todo el país aún siguen las repercusiones de lo que fue la revolución a comienzo de año y el ambiente es de inestabilidad.
Sólo paramos una vez para refrescarnos y comer alguna cosa. Iban pasando las horas y el paisaje no cambiaba. Hasta que, luego de más de siete horas de viaje, pudimos ver por fin el agua del mar Rojo.
Pocos turistas llegan a Egipto en estas fechas. En parte es debido a que es verano y la temporada alta es en invierno, pero en mayor medida se debe a que hoy no es del todo seguro visitar Egipto. En Sharm el Sheij esto no es la excepción.
Esta ciudad balneario es elegida por turistas de alto poder adquisitivo. Sería algo así como Punta del Este de Egipto. A este lugar es el que llegó Mubarak luego de que fuera destituido por la fuerza a comienzos de año.
A medida que nos íbamos adentrando en el balneario, se podía percibir el cambio con los otros lugares que visitamos en Egipto. Los pocos turistas que caminaban por las calles eran occidentales. Las construcciones eran muy bonitas, generalmente de color blanco. Muchas palmeras y plantas decoraban las casas. De un lado se veían colinas, y del otro se veía el mar. Todo lucía idílico.
Teníamos muchas ganas de llegar al hotel después de tantas horas dentro del autobús, así que cuando llegamos a Jolly Ville Golf and Resort fue un gran alivio. Allí íbamos a pasar las próximas tres noches. Ni el más fantasioso podía imaginar el lujo, la infraestructura y los servicios que tenía este hotel, hecho para ricos.
El hall del hotel era imponente. La decoración majestuosa. Todo era lujoso. Busqué la llave de mi cuarto y fue a dejar las valijas. Pude observar las mesas, los sillones, las lámparas, las escaleras. El hotel era enorme y de un lujo al que no estábamos acostumbrados.
Dejé todo en el cuarto y salí a conocer las instalaciones. El hotel tenía un sinfín de piscinas, dos toboganes, mesas de ping pong, futbolito, canchas de tennis y de fútbol, varios restaurantes, discotecas, sala de convenciones, almacén, animadores, salón de juegos para niños, un enorme gimnasio. Los muelles sobre el mar rojo permitían saltar al mar y también tomar sol en las reposeras. La vista desde allí era una belleza. Todo a lo largo de la costa, en recovecos con vistas asombrosas hacia el mar, había reposeras con sombrillas. Cada sitio era el lugar perfecto para pasar el día.
Quería conocer todo rápidamente, así que me di un baño en el mar rojo, me bañé en la piscina, jugué al ping pong, al futbolito, jugué al fútbol, hice aparatos. El agua del mar rojo es de un color azul fuerte y transparente. Es bien fresca y es un placer bañarse en ella. Los pececitos aumentan el colorido de las aguas.
En la noche del primer día me acosté muy temprano; cerca de las nueve de la noche ya estaba durmiendo. Pensaba ir a pasear al centro pero me dormí y me desperté a las seis y media de la mañana.
El segundo día me pasé en la piscina principal jugando al futbolito y bañándome en la piscina. A la tardecita cenamos con Julio y Virgin y después nos juntamos en una de las casas a escuchar música y tomar alguna cosita.
En la noche hubo fiesta en la discoteca y el grupo de viaje estaba todo allí. Después la seguimos hasta altas horas y ya había amanecido cuando volví al cuarto.
Los otros días los pasamos en la piscina y en los muelles, disfrutando del agua y del sol. En todos los días que pasé allí no salí del hotel. Se estaba tan bien allí que no daban ganas de moverse. Fueron días de descanso y de sol.
El último día en el Sharm me despedí de Julio y Virgin. El grupo de viaje comenzaba a separarse. Por mi parte me iba a Turquía con un grupo de cien personas. Otro grupo grande se iba a Jordania e Israel. Otros tantos se separaban del grupo para seguir libres. Julio y Virgin hacían esto último.
Así que mando mis mejores deseos a Julio y Virgin para que sigan viajando de una manera exitosa y disfrutando y aprendiendo en cada destino que les toque visitar. Dos grandes amigos, dos excelentes personas. Nos veremos nuevamente cuando nos encontremos en Uruguay, allá por el mes de Octubre. Los echaré mucho en falta.
Tres ómnibus salieron directo hacia el aeropuerto de El Cairo. Yo iba en uno de ellos ya que nuestro vuelo hacia Estambul, salía a las dos de la mañana. El viaje fue incómodo y largo ya que el aire acondicionado estaba roto y al ómnibus se le rompió el motor. En el medio del desierto tuvimos que parar a cambiarnos de vehículo.
Llegamos al aeropuerto cerca de la medianoche cansados y con ganas de hacer rápido el check-in para intentar ver el debut de Uruguay en las eliminatorias.
Seguiríamos sin dormir hasta la tarde del otro día, pero eso ya es otra historia que será contada en la próxima ocasión.
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