sábado, 4 de junio de 2011

Día 90(31 de mayo): Bangkok

La actividad del primer día en el grupo de viaje fue recorrer una cantidad de templos budistas ubicados en el centro de Bangkok. Así pudimos conocer el buda esmeralda, el buda de oro, y el buda inclinado. En los templos abundan los monjes con su característico hábito naranjo que deja a la vista uno de los hombros. Las mujeres debían tener cuidado para no acercarse demasiado a ellos ya que éstos no deben tener pensamientos relacionados con la sexualidad.



El noventa por ciento de la población de Tailandia es budista. El budismo es más una filosofía de vida que una religión, y por lo general está mezclada con el hinduismo, religión politeísta. Con nuestro guía Victor pudimos conocer algunos detalles interesantes sobre cómo viven la religión en Tailandia.

Todos los budistas deben en algún momento de sus vidas ordenarse, para luego volver a la rutina. Por lo general optan por ser monjes durante tres meses, después de concluir los estudios y antes del matrimonio. Las empresas tienen un régimen de licencias especiales para este período de tiempo.

El calor en la ciudad es insoportable y uno está todo el tiempo empapado de sudor. Por la tarde nos refrescamos en la piscina del hotel y decidimos ir en la noche al famoso espectáculo tailandés en el que mujeres hacen cualquier cosa con sus vaginas. Más conocido por el nombre de Pussy Show.

La descripción de este espectáculo la dejaré para charlas personales con cualquier interesado en el tema. Mencionaré nada más que no faltaron dardos, globos, pelotas de ping pong, bananas, cintas, flores artifícales, destapadores.

Desde allí fuimos a caminar por la calle céntrica, donde había mercados de ropa, comida, artesanías. También podías hacerte falsificaciones de carnets de prensa, de carnets de estudiantes o de cualquier documento que quisieras. Estos tipos son unos chantas descarados.

Luego entramos a un boliche junto a dos compañeros de grupo. Allí sonaba música electrónica y se estaba ambientando muy bien. Me puse a hablar con una coreana y luego de quince minutos de charla, y sin previo avisó recibí un golpe tremendo en la mandíbula. Al principio no entendía nada, dónde estaba, qué estaba haciendo. Luego pude encontrar al personaje que me había golpeado traicioneramente y medité sobre la posibilidad de tomar una botella y partírsela en la cabeza. Sin embargo estaba muy mareado y me dolían los dientes, y no estaba en condiciones de entablar una pelea. Así que decidí irme del boliche en tuk tuk hasta el hotel. 

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