viernes, 10 de junio de 2011

Día 98(8 de junio): Safari en elefante


La actividad que más me entusiasmaba de las que estaban programadas para este día, era la que tenía que ver con montar elefantes y adentrarse en la selva sobre su lomo.

Después de un opíparo desayuno salimos en varias camionetas rumbo a la reserva de elefantes del parque Chitwan. Una vez que llegamos pudimos ver una cantidad enorme de elefantes que esperaban por nosotros. Cada uno tenía una silla para montaren su lomo en la que cabían cuatro personas. Un nepalés lo dirigía montado delante de la silla y se ayudaba con un palo de madera y con un largo cilindro de metal que terminaba en forma de gancho.


Para subir al elefante había varias plataformas de madera con escaleras. Esperamos nuestro turno y aprovechamos para sacarnos algunas fotos tocando a los elefantes. Los había de todos los tamaños y de todas las edades. En las cabezas se notaban las marcas de las heridas infrigidas por los domadores y los cornacs, los conductores de los elefantes.

El proceso para domar elefantes es muy cruel, y se dice que se les quiebra el espíritu. Es por eso que hay movimientos en todo el mundo para terminar con estas prácticas o al menos buscar otra manera no tan cruel de domesticarlos.

A continuación particiación estelar de Gonzalo Colistro sobre la doma de elefantes.

Gonza: A los seis años los separan de la madre, le cortan la ración de comida y líquido a la mitad y lo atan del cuello para que no se puedan tirar al piso a descansar para debilitarlos. Tiempo después lo atan a dos elefantes ya adiestrados y con una caña de bambú afilada le van indicando qué hacer, castigándolos repetidamente.

Chelo: Pero más allá de esto, allí estábamos, montados en un elefante junto a Inés, Karen y a Nacho, y nos adentrábamos en la selva lentamente, subiendo y bajando al ritmo de su paso.

A nuestro alrededor otros muchos elefantes avanzaban con nosotros, montados por otros tantos compañeros que iban con la cámara en la mano intentando registrar todo.

Pudimos ver rinocerontes sumergidos en una laguna con su lomo cubierto de mariposas, ciervos en claros lejanos, detenidos y alertas ante nuestro paso. También pájaros de todos los tipos. Para mi tía Emilie, le saqué una foto a unos bambis. Están ocultos entre los arbustos, pero allí están.



Corrieron varios rumores luego, de que un elefante había olido un tigre, de que un cornac lo había azuzado, entre otros. Pero el resultado, cualquiera hubiera sido el hecho verídico, fue que los elefantes se pusieron nerviosos y comenzaron a barritar y a girar en círculos. Sentíamos su miedo y su desconcierto, a través del temblor bajo su lomo.

Minutos después, a fuerza de golpes y gritos, los cornacs lograron tranquilizarlos y los dirigieron al establo. Nuestro safari había llegado a su fin.

Para el resto del día, estaba programado un baño con elefantes y un recorrido en canoa por un río plagado de cocodrilos. Preferí quedarme a descansar la mandíbula y luego de dormir un rato salí a conocer el pueblo.

El pueblo de Chitwan es muy pintoresco, con tiendas de ropa y artesanías y almacenes. Las calles son de tierra, y son transitadas no sólo por personas. Al recorrerla te cruzás con todo tipo de animales, gallinas con sus pollos, perros, chivos, patos, elefantes, bueyes. Las personas son muy tranquilas y amables, y reciben muy bien a los turistas que los visitan.

En la noche, hubo un festival de danza y música típica nepalés. A decir verdad me desilusionó un poco ya que eran movimientos muy sencillos y repetitivos.

1 comentario:

  1. Mar por lo menos uno vi, pero con verlo no alcanza traeme uno, cazalo y metelo en la valija, quien te va a decir algo, ponele una argolla y le decis la verdad que tu tía colecciona llaveros.
    Es un llaverito un poquito grande. Gracias por acordarte de las locuras de tu tìa. Un beso grandote.

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