Llegar al aeropuerto de Miami para tomar el vuelo a San Francisco no fue apto para cardíacos. Producto de un accidente, cerraron todos los carriles de la autopista, el tiempo iba transurriendo y no avanzábamos ni un centímetro. Nos encontrábamos en el medio del embotellamiento, y nos faltaba más de la mitad de camino, pero nos corrimos hacia la banquina y pudimos tomar un desvío y salir más adelante, donde la autopista ya estaba libre. Tuvimos muchísima suerte.
El vuelo fue en un Boeing, igual que el vuelo de Montevideo-Miami, sólo que en ésta oportunidad no estaba lleno por lo que fue mucho más cómodo.
Llegamos 1130 al aeropuerto de San Francisco. Con Gabriel, mi primo habíamos quedado en encontrarnos a las 1230, por lo que lo tuvimos que esperar un rato. En este aeropuerto no tuvimos demoras; nos bajamos del avión, caminamos unos pasillos y retiramos las valijas y estábamos fuera del aeropuerto. En los vuelos internos es así.
Nos encontramos con el primo y Nati y salimos hacia el San Francisco Internacional Hostel. Una vez que dejamos las valijas, salimos a caminar por la ciudad, Mason Street, Market Street, hasta el Embarcadero donde se encuentra la bahía y los muelles.
Ya desde el comienzo nos deslumbró la ciudad, con su arquitectura, sus calles, su gente. Caminamos por Market Street y paseamos por El Embarcadero. En San Francisco siempre hay algo que ver, algo que te sorprende. La movida cultural es extensísima. Para dar una idea, en menos de una cuadra, vimos una banda de reggae, un tipo vestido de calavera que corría a la gente, un viejo negro tocando el violín pero si bien tenía cuerdas y tocaba con arco con cerdas sólo lo hacía chirriar y era muy pero muy gracioso. En otra un negro que se contorsionaba, tengo un video del Nacho que le da unos pesos cuando termina que está imperdible. Caminábamos deslumbrados, alucinados con la ciudad. Comimos calamares y pescados. A esa altura estábamos lejísimos del Hostel, pero con Nacho conseguimos que unas asiáticas nos arrimaran en el auto.
De noche no dio para mucho, estaba cansadísimo, por lo que acompañé un rato a los gurises y luego me acosté a dormir.
El hostel no estaba muy bueno, compartí habitación con Juanchi y nos tocó en el cuarto donde dormían un nigeriano y un yankee que se pasaban todo el día tomando vodka y eran pesadísimos. Igual nosotros picábamos en el Hostel.
Al día siguiente teníamos todo preparado… nos levantaríamos a las siete y partiríamos al parque Yosemite, en un viaje en de 400 km .
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