lunes, 7 de marzo de 2011

Día 4(6 de marzo): Yosemite Park



Si siguen el blog habrán notado que me tomé unos días para escribir sobre el Yosemite Park. El paseo fue tan espectacular que necesitaba de unos días para poder procesar la experiencia.

Nos levantamos muy temprano en la mañana, desayunamos, preparamos el mate y partimos rumbo a Yosemite. Las nubes cubrían el cielo, y durante las cuatro horas y media que nos llevó llegar al parque llovió muchas veces. La ruta trascurría entre valles, serpenteando y subiendo las montañas. La niebla dominaba el paisaje, permitiendo sólo imaginar las montañas más lejanas.

El tramo más difícil del camino fue la última montaña antes de llegar al Yosemite Park. La ruta la subía rápidamente; sin barandas, los barrancos lucían amenzadores.

Pero llegamos, a pesar de que quien iba manejando era yo.

El parque Yosemite debe ser más grande que Montevideo. Lagunas, montañas, cascadas secoyas, variada fauna hacen un lugar que debe ser muy pintoresco para visitar en verano.
Cuando preparábamos el viaje y veíamos las fotos del parque, en nuestro país, lo que imaginábamos era una hermosa laguna rodeada de grandes árboles con montañas atrás.

Lo que nunca pensamos es que en realidad, íbamos a visitar el parque en invierno. Cuando entramos al parque, y seguimos subiendo por la carretera, y vimos nieve todos estábamos sorprendidos.

Maravillados por el paisaje, continuamos la ruta, entre montañas, túneles, lagos y árboles nevados y detuvimos el auto sobre una cascada, que caía desde una altura increíble. Nos acercamos caminando, jugando con la nieve, derrapando sobre ella, subiendo a través de las rocas, algunas con hielo. Tomamos el agua que caía desde la montaña y la encontramos purísima.

Luego hicimos varios recorridos, pasamos por puentes, caminos, rocas. Estaba muy frío, pero no llovía y no había viento por lo que no nos congelamos. Una mención a la ropa del uniforme. Si bien hubo quejas, es excelente. El polar es abrigado y la campera de lluvia no deja pasar el viento. Ahora la estamos usando todo el día, no nos la queremos sacar, vamos uniformados para todos lados.

Comimos unos refuerzos de jamón al borde de una laguna con el agua cristalina, y el paisaje alrededor que nos dejaba mudos. Los cuervos, con su pelaje negro azabache, volando a nuestro alrededor nos acompañaron durante el almuerzo.

Seguimos el camino en la camioneta, pasamos por una tienda de regalos, consultamos a donde podíamos ir y terminamos en una pista de patín sobre hielo en el medio de la montaña. La primera vez en mi vida que patiné sobre hielo, lo hice en el Yosemite Park, muy lejos de mi hogar, a casi dos mil metros de altura, en una pista abierta con las montañas nevadas a mi alrededor. Nacho, se puso los patines, pero más que patinar en la pista, la pista patinó con él. Más de diez caídas en un recorrido de no más de diez metros, todo filmado con mi cámara Canon.

Salimos del parque antes de que anocheciera, cargando antes nafta en una estación de servicio sepultada en la nieve al comienzo del parque.

Y luego hicimos el camino de vuelta, otras cuatro horas y media, algunos durmiendo, otros tomando mate, intentando entender la experiencia que habíamos tenido, pero era algo que al menos a mí me llevó varios días.

El viaje a Yosemite, valió cada kilómetro recorrido, y me creó un recuerdo que guardaré por siempre en una cajita de cristal.

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