Luego de desayunar, alquilamos dos motos para los cuatro y nos dispusimos a recorrer diferentes playas de Bali. La playa de Sanur, donde nos estábamos alojando, es sucia y olorosa, a pesar de que grandes hoteles con enormes piscinas están ubicados en toda la costa.
En esta entrada participan Nacho y Mati.
La primer playa fue Kuta Beach.
Nacho: Al aproximarse a la playa un mar celeste se veía a lo lejos. Pero mayor fue nuestra sorpresa al ingresar a través de unas bellas puertas de arquitectura balinense a la playa. El calificativo que usaré para describirla es: una bosta. Y lo digo así para no utilizar un vocabulario soez. Al caminar hacia la orilla se comienza a apreciar todo tipo de mugre, como bolsas de plástico, ramas, más bolsas de plástico y cocos. Todo está muy descuidado. Parece que la Intendencia de Kuta no se preocupa por el cuidado de sus playas… tendría que venir cuquito.
Decidimos bañarnos y resultó ser que el agua en la orilla estaba revuelta y cada cuatro pasos tocabas una bolsa. La verdad me quedo con la de Ramírez, sin pensarlo un segundo.
La segunda playa fue Nusa Dua.
Chelo: Guiados por el GPS, de celestial ayuda en estas laberínticas calles, llegamos a la entrada de la playa de Nusa Dua. Nos llamó la atención que para entrar había control policial, y que luego de pasado este control, las calles ya no estaban congestionados, era como haber entrado a un barrio privado. Debimos seguir por un buen trecho, antes de poder estacionar las motos, siempre perseguidos por un sujeto que iba en otra moto que quería vendernos lesiones de surf, masajes, transporte y alquilarnos jet sky, entre tantas otras cosas. En todo el camino observábamos numerosos hoteles de gran calidad.
Las playas aquí son hermosas, aguas calientes de color turquesa, arenas blancas y limpias, palmeras, abundante vegetación. Luego de bañarnos largo y rato y de sacarnos unas cuantas fotos, paramos a comer en un comi paso atendido por una familia que no parecía tener habilitación bromatológica, fideos con huevo y repollo. Cuarenta mil rupias los cuatro, después de un regateo nachesco ya que nos quería cobrar sesenta mil. Esto es poco más de cuatro dólares. Los chiquilines aprovecharon a comenzar su tratamiento contra la malaria.
La tercera playa fue Dream Land.
Mati: Luego de pasar un rato en la preciosa playa de Nusa Dua, imáginamos que existirían más playas como ésta en Bali. Por tal motivo, consultamos a un lugareño por otra playa bella como ésta. Nos recomendó Dream Land, y hacia allí partimos, guiados por supuesto por nuestro fiel amigo el GPS.
Tomamos una avenida y luego el GPS nos indicó que dobláramos en un camino rodeado por granjas, entre las montañas. Este camino, tenía repechos y bajadas muy pronunciadas. De repente, el camino se terminaba y allí se encontraban unas personas trabajando. Les preguntamos cómo llegar a la playa, y nos dijeron que siguiéramos por un lugar que era sólo tierra y pozos. Allí metimos las motos, y entre los saltos, a lo lejos pudimos divisar la playa.
Para acceder a la playa, había que bajar una colina. Cuando lo hicimos, nos encontramos con el mar azul y precioso pero otra vez, con la arena toda llena de mugre, y una hoguera en la que se quemaba la basura, y agua estancada y llena de basura. En pocas palabras, un asco. Pese a esto, allí se encontraba un restaurante enorme con piscina.
Nos volvió a dar hambre por lo que decidimos comer en el restaurante más pequeño, todos menos nacho, que por ahorrarse veinte mil rupias subió a la colina, y le compró no sé qué porquería, a un balinés que tenía un carrito en su moto; ni él sabe lo que comió.
Luego, nos volvimos a Sanur, sin poder creer cómo descuidan la belleza de sus playas.
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