Alquilamos el cuarto más barato del hotel Arenas en Kuta para dejar nuestras valijas y mochilas pesadas, junto a las de los otros diecinueve integrantes del Grupo de Viaje. Cargamos las mochilas de mano con ropa y cosas necesarias para tres días, alquilamos dos motocicletas y partimos rumbo a Ubud. Tres días después volveríamos a Kuta, donde pasaríamos la última noche en Bali, antes de volar a Yakarta, la capital de Indonesia, en la isla de Java. El grupo grande salió temprano, mientras que nosotros cuatro salimos después del mediodía. Posiblemente nos encontraríamos en Ubud, pero no dejamos nada establecido.
Ubud es considerado el centro cultural de Bali. A medida que nos aproximábamos a la ciudad, nos íbamos dando cuenta, de que allí iba a haber un poco más de orden que en Kuta. No un orden en el estricto sentido de la palabra, pero sí un orden en el desorden más explícito. Era más limpio, el tráfico no resultaba tan abrumador y no había callejuelas angostas y entreveradas. Notamos que no había tantos turistas, y que había mucho más templos. Nos quedaríamos una noche en Ubud, para conocer la ciudad, y temprano en la mañana visitaríamos el famoso templo de los monos, para luego proseguir nuestro camino hasta el volcán Butar y su lago aledaño.
En la tarde con Mati decidimos darnos un masaje balinés, y salimos a recorrer la ciudad preguntando de vez en cuando dónde nos podíamos dar uno. Al final nos dimos un masaje de una hora por cincuenta y cinco mil rupias que nos dejó como nuevos. Espalda, hombros, piernas, cabeza, todo quedó como nuevo. Por algo dicen que quienes gustan de los masajes encuentran en Bali su paraíso.
Cuando volvimos al hotel, escuchamos música y fuimos hacia ella, y encontramos que en otra parte del palacio estaban haciendo una presentación de música y danza balinense, con la vestimenta de ocasión, en un escenario improvisado.
Luego, con Mati fuimos a cenar, ya eran más de las diez, y luego de tantear en varios sitios fuimos a dar con uno, que nos pareció el adecuado en cuanto a precio y a ubicación, al lado de un local donde estaban tocando en vivo. Grande fue nuestra sorpresa, cuando luego de pedir el plato del día sin tener una clara noción de lo que era, nos trajeron milanesa de carne con ensalada y puré. El día anterior habíamos estado hablando de cómo echábamos de menos las milanesas, que cuando volviéramos a Uruguay sería de las primeras cosas que devoraríamos. Sobre estas cosas, cada uno saca sus conclusiones.
Perdón, sería carne de vaca? je je
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