Alrededor de las cinco de la mañana, estábamos levantados y con el equipaje pronto para dejar Indonesia y seguir rumbo a Kuala Lumpur, Malasia.
El vuelo por Air Asia fue muy corto, de menos de una hora. Una vez que hicimos los trámites, recogimos nuestro equipaje y salimos de aeropuerto, nos tomamos un ómnibus para la ciudad.
Kuala Lumpur es una ciudad de dos millones de personas. La presencia de extranjeros es muy fuerte, no sólo de turistas, sino del mundo de los negocios. Es fácil comunicarse en inglés, ya que casi todos lo hablan, al menos de forma básica. Es una ciudad muy moderna y desarrollada, con un importante crecimiento económico en los últimos años. El sector de los servicios es el que tiene a más empleados en la ciudad. La religión principal es la musulmana, si bien hay un fuerte presencia del hinduismo.
Nos alojamos en Backpacker´s Travellers Inn, un hostel muy barato en el barrio chino. La ubicación es muy buena, ya que el barrio está muy bien, y accedés a todos los servicios de manera rápida. Sorteamos a quien le tocaba el cuarto privado para tres, y con Juanchi perdimos y tuvimos que ir al comunitario, aunque dejamos las mochilas y las valijas en el cuarto de los chiquilines.
Lo primero que uno quiere hacer ni bien llega a Kuala Lumpur, es ir a conocer las Torres Petronas, las torres gemelas más altas del mundo, y hasta hace poco los edificios más grandes del mundo. El símbolo de Kuala Lumpur. Son torres de más de cuatrocientos cincuenta metros de alto, llenos de oficinas de empresas multinacionales, y con un gran centro comercial en la base.
Así que eso fue lo que hicimos, y para llegar allí nos tomamos el ferrocarril aéreo. Nos bajamos en la parada más cercana a las torres, y comenzamos a caminar por la ciudad. Es muy limpia y el tráfico, por fin, es ordenado.
Cuando llegamos a las torres, la altura de las mismas nos dejó sin aliento. Debías mirarlas desde lejos, ya que de cerca te dolía el cuello de estirarlo tanto para atrás. Sacamos las fotos obligadas, y entramos al centro comercial. Luego intentamos subir al piso superior, o al menos al puente que conecta las torres, pero los tickets estaban agotados por ese día.
Seguimos caminando por la ciudad, con rumbo a la Menala Kuala Lumpur Tower, la segunda torre de telecomunicaciones más alta del mundo.
A esa altura eran más de las cinco de la tarde, y queríamos sentarnos a comer algo y a refrescarnos con alguna bebida. Cerca de las torres Petronas, cuando caminábamos hacia la Menala Kuala Lumpur Tower vimos una serie de bares y clubes que parecían estar bien para descansar un rato.
Topamos con uno que nos ofrecían algo que no podíamos creer. Desde las seis de la tarde hasta las ocho, canilla libre de cerveza y de whisky y comida gratis. Además, había una piscina de goma en la que podíamos bañarnos.
Nacho se había ido, porque quería comprar un reproductor de música así que se perdió de lo que fue un banquete.
Un cordero se hacía a las brasas, y varias mesas con arroz, camarones, pollo frito, pizza, arrollados primavera, y otros manjares aguardaban que dieran las seis. Hicimos tiempo jugando unos pooles y cuando dieron las seis y arrancó la fiesta, ya estábamos en las barras pidiendo la primera cerveza. Nos partimos la boca y bebimos lo suficiente para hacernos un agujero en la billetera si hubiéramos tenido que pagar. Es que en todos los países en que hemos estado el alcohol es carísimo.
Una banda en vivo comenzó a tocar, y nos colgamos un rato con su música.
Salimos del boliche a eso de las ocho y media, y fuimos a ver las torres Petronas en la noche, y fue de lo más increíble que he visto en todo el viaje. Nos acostamos en el piso, para no tener que esforzar el cuello y nos quedamos casi una hora contemplando la visión de las torres, que es de fantasía.
Las fotos hablan por sí mismas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario