Pasado el mediodía, partimos en autobús hacia las cuevas de Batu, ubicadas trece kilómetros al norte de Kuala Lumpur, en el distrito de Gombak. Estas cuevas y cavernas, toman el nombre del río que fluye por la colina, llamado Sugai Batu Batu.
Nos tomamos otro autobús y volvimos a la ciudad, y una vez allí y ayudados con el mapa, buscamos el museo. La idea de ir al museo surgió al consultar TripAdvisor sobre las actividades más recomendadas en Kuala Lumpur. Lideraba al ranking, así que decidimos ir a visitarlo y así ponernos más al corriente sobre la cultura islámica, y disfrutar con algo más de conocimiento, la visita a los países musulmanes.
Previo pago del equivalente a dos dólares americanos entramos al museo. Está dividido en varias secciones. En la primera, se aprende sobre la arquitectura islámica, con maquetas de las principales mesquitas de todo el mundo. Desde mesquitas en Tailandia, hasta la gran Mecca en Arabia Saudita, pasando por mesquitas en China, Uzbekistán y muchísimos países. Cada maqueta tiene su cuadro de información con la fecha de construcción y varios datos de interés.
En la segunda sección, pudimos ver libros del Corán de diferentes épocas, algunos muy antiguos, y además todos los instrumentos que utilizaban para realizar la escritura.
En las otras secciones, pudimos ver vestimentas, alfombras, armas, monedas. Todo muy completo con datos muy interesantes. También una sección del museo ofrece al visitante toda la evolución de los países con cultura islámica y los principales sucesos que fueron cambiando su historia a través de los siglos. Y en la sección final, los avances en ciencia producidos por hombres de países islámicos.
Salimos del museo satisfechos con la visita y volvimos al hostel. Teníamos muy poco tiempo para dormir, ya que a las tres y media de la mañana debíamos levantarnos e ir a tomar el Shuttle que nos llevaría al aeropuerto, donde tomaríamos el vuelo a Manila, Filipinas de las siete y venticinco de la mañana.
Espectacular las descripciones, estamos viajando contigo. El consignar todo hace que se fije más en la memoria, impresiones que después quizás olvides. Además de la generosidad que demostrás al hacer participe a muchas personas de tus vivencias. Gracias Marcelo
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