Despertarse en el medio de la selva es una experiencia increíble. No hay palabras para describir lo que se siente realmente e intentarlo sería en vano. Hay que vivirlo, y sentirlo.
También aclaro por las dudas, que la experiencia tiene su lado desagradable y más fácil de describir, que es el cansancio y el dolor en los huesos por haber dormido en mala posición, y tener los músculos pesados y contracturados. Esto lo agrego para que el relato sea completo, en la vida casi nada es perfecto. Pero como experiencia y como recuerdo a atesorar todo fue perfecto.
Aquí aporta Nacho con la descripción de nuestros guías:
Nacho: Comencemos con el más tímido, el hermano de Obiwan, llamado Willpan a quien rápidamente apodamos niño de la selva. Un tipo muy callado pero amable y cordial, a quien le gustaba sacar fotos y que por ende le hice la cabeza para que le diga a Obi, que le compre una. Se pasaba observando y mutando. No fue de gran aporte.
Por último, la mayor baraja, Ahmad Ray, alias Ronaldo por su parecido con el gran goleador brasileño. Era el polifuncional del equipo. El tipo te hacía un banquete (creo que nunca vi a nadie que disfrutara tanto de cocinar sobre un fuego), complementaba el show de Qcumber, te armaba una balza con gomas de tractor y cuerdas, y hasta se sacaba el ojo por plata, pero nunca llegamos a comprobarlo por que no llegamos a un acuerdo monetario. Un grande el gordo, su gran y repetiva frase: Are you sur?
Chelo: Desayunamos y fuimos a una cascada cercana. Estaba del otro lado del río, por lo que tuvimos que atravesar nadando los rápidos. Nos bañamos en ella y nos sentamos un rato en las rocas antes de volver al campamento.
El día había comenzado espléndido pero ya se oían algunos truenos, así que debíamos apurarnos, ya que para volver a la aldea, debíamos hacerlo en gomas de tractor infladas y atadas entre sí, por los rápidos del río. Si el río se ponía como el día anterior, y las aguas se llenaban de barro y se endiablaban, se podía complicar el retorno, y allí quien sabe si nos debíamos quedar otra noche, esta vez sin alimento, y nos perdíamos el vuelo a Kuala Lumpur, o si nos animábamos a lanzarnos en los gomones con el río embravecido.
El cocinero, que también era mago, amante de los juegos de ingenio, boy scout, marinero y capitán de los gomones, preparó estos últimos rápidamente, y guardó nuestras mochilas en grandes bolsas de plástico, para que no se mojaran. La lluvia había comenzado con mucha fuerza, e iba a seguir lloviendo varias horas. Antes de subir a los gomones estábamos completamente empapados.
El rafting fue otra gran experiencia. Casi media hora avanzando por los rápidos, que dirigía el cocinero, Ahmad Ray, alias Ronaldo, con la ayuda de un largo palo de madera, con el que evitaba que los gomones se dieran contra las rocas y lograba que tomaran la dirección indicada. En el último gomón, Qcumber hacía lo suyo también con otro palo.Muy, pero muy divertido.
Media hora después llegábamos a la aldea, con la adrenalina al mango, y deseando descansar el cuerpito en algo blandito. Así que fuimos al bar de Obiwan, quien nos estaba esperando, ya que habíamos guardado el equipaje en su casa. Almorzamos empanadas de vegetales con queso.
Ya se nos hacía tarde, porque teníamos que volver a Medan antes de que anocheciera para buscar hospedaje por esa noche. Así que nos despedimos de nuestros guías y partimos hacia Medan en una van que nos estaba esperando.
Sobre Medan, no hay mucho que decir, es una ciudad fea y mugrienta, sin ningún atractivo. Sólo nos conectamos a Internet, cenamos y dormimos.
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