El vuelo de Kuala Lumpur a Flipinas duró casi cuatro horas, en las cuales pude dormir casi todo el trayecto.
Filipinas, llamada así por el rey Felipe II de España, es la única nación hispánica de Asia, por los cuatro siglos de colonización española. Mantiene muchas de las costumbres de la cultura española.
Llegamos al aeropuerto de Clark, un aeropuerto muy básico, que queda a tres horas de la capital de Filipinas, Manila.
Para llegar allí tuvimos que tomar un ómnibus, que se detuvo en una tienda comercial para que sacáramos dinero del cajero. En el aeropuerto, nos cobraban doscientos pesos filipinos por el retiro, así que penábamos que quizá hubiera en el centro algún cajero donde no nos cobraran esta comisión. Sin embargo, no tuvimos suerte.
Luego de bajarnos del ómnibus, debimos tomarnos un taxi que nos arrimara al hostel donde pasaríamos la noche, llamado Friendly´s Guesthouse. A todo esto, ya eran más de las tres de la tarde, y estábamos hambrientos y exhaustos de tanto viaje; en ómnibus en Kuala Lumpur desde el barrio chino hasta el aeropuerto, luego en avión desde Kuala Lumpur hasta Clark, en ómnibus desde Clark hasta Manila, y por último en taxi hasta el hostel.
El hostel resultó bastante agradable, ya que teníamos un cuarto para los cinco, si bien el baño era comunitario. Salía barato, y era sólo para pasar una noche. Estaba muy bien ubicado, en el centro de Manila, cerca de Intramuros.
Me bañé inmediatamente al llegar, ya no daba más del calor de la ciudad, y enseguida salimos a almorzar. Buscamos alrededor del hostel, y enseguida vimos un centro comercial con una plaza de comidas. Fuimos hacia ella, y para variar comimos en Mc Donald´s.
Manila es una ciudad con una población de más de diez millones de personas. Es enorme y superpoblada y con un alto nivel de desempleo. El tráfico está congestionado y moverse en sus calles lleva su tiempo, ya que hay muchísimas personas transitando en ellas. Notamos una cantidad grande de niños pequeños, solos o en grupos, sucios y harapientos, muchos de ellos parecía que no habían comido en días. Se acercaban a nosotros y extendían su mano, suplicantes.
El olor de la ciudad es fuerte, y el aire se encuentra poluído. Hay mucha pobreza. También hay edificios muy altos, y ves autos modernos, lo que hace pensar en la desigualdad. Se observan muchas personas solitarias y ociosas en las calles.
Nos dirigimos hacia Intramuros, la parte colonial de la ciudad, construída por los españoles a finales del siglo XVI. Cuando atravesábamos un parque cercano, un filipino atlético y jovial de sesenta y dos años se nos acercó y se ofreció como guía. No se habló de precios, simplemente, Leopoldo, se mostró interesado en ayudarnos a llegar a Intramuros y a contarnos sobre el lugar.
Las murallas se mantienen conservadas a pesar del paso del tiempo y de las guerras. Luego de atravesar las grandes puertas, donde hay un control policial, subimos a las murallas. Desde allí, se tiene una muy buena vista de la ciudad de Manila, y del campo de golf que está al lado de las murallas.
Cuando bajamos de las murallas, y nos adentramos en el lugar, pudimos recorrer plazas, catedrales e iglesias. Se encuentran las dos universidades más antiguas de toda Asia, la más antigua de todas data de 1620.
Cuando terminamos de recorrer Intramuros, ya era de noche. Volvimos al hostel en jeepnee, una clase de vehículo muy extraño que hace de pequeño ómnibus en la ciudad. Este medio de transporte tiene más de sesenta años, y se utilizaba para el transporte de las tropas en la segunda guerra mundial.
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