Lo primero que hice en la mañana fue ir a darme un baño en la piscina. Luego desayunanos y estuvimos conectados en el bar del edificio que estaba en el piso primero.
En la tarde fuimos al shopping que quedaba cerca del complejo de edificios. Todos nos miraban raro. Es que al no ser una ciudad turística, no están acostumbrados a ver occidentales. El shopping es enorme, son cinco pisos de tiendas comerciales, y cada piso te lleva un buen rato recorrerlo.
Antes de irnos, pasamos por el supermercado y compramos carne para hacer churrascos.
En el apartamento, preparamos un mate y volvimos a la piscina, donde estuvimos un buen rato.
Luego cenamos puré con churrascos y escuchamos buena música.
Nos preparamos para salir a dar una vuelta en la noche.
Wilson, el indonés con el que traté por mail y quien nos esperó en el apartamento el día que llegamos, nos había recomendado varios sitios para salir.
El primero era SunCity, así que le pedimos a un tachero que nos llevara hasta allí.
Sun City es un club de lujo que queda en un quinto piso de un hotel de lujo. El tachero nos llevó hasta ese piso luego de subir por el estacionamiento. Una banda, con batería, bajo, guitarra, teclado y cuatro cantantes, tres de ellas mujeres, estaba en el escenario. Ni bien llegamos nos hicieron sentar en una mesa. El ambiente nos parecía bueno, parecía de lo mejor en Yakarta; habíamos salido con cierto temor de lo que podíamos encontrarnos. Cuando nos trajeron la lista de precios, nos dimos cuenta de que era para gente con muchísima plata. Así que nos pedimos una jarra de cerveza, y nos dispusimos a estirarla lo más posible. Mientras, las cantantes demostraban todo el potencial de su voz. Los músicos era muy buenos y algunos temas los conocíamos.
Ni bien habíamos tomado un poco de nuestros vasos, ya se acercaban a llenarlos, y cuando la jarra se acabó, y teníamos los vasos llenos, nos preguntaron si queríamos otra. En un rato, les contestamos. Nos dimos cuenta, de que había que estar tomando continuamente o salir de la mesa.
En Asia, están muy de moda los karaokes, en los que cantan con un micrófono y leyendo la letra en la pantalla del televisor. Resulta, que como practican de chicos, todos cantan bien. En este club, la banda invitaba a la gente a cantar. Todos los que se subían al escenario cantaban que no podías creer, y encima lo hacían con una desenvoltura y un manejo del micrófono dignos de un profesional.
Dejamos la mesa, y salimos a recorrer el club. Los empleados vestidos de etiqueta, espacios amplios, esculturas, en vitrinas los mejores whiskies, alfombras, luces bajas.
Decidimos irnos, porque nos iba a salir carísimo.
Así que fuimos al segundo lugar en la lista de Wilson, Millenium. Esta discoteca, quedaba en un piso alto de un edificio, y teníamos que pagar algo así como cien pesos uruguayos para entrar, pero nos daban una cerveza como consumición.
Luego de que te cortaran la entrada te topabas con una pecera con tiburones.
Entramos a la discoteca y el volumen altísimo en que pasaban la música nos sorpendió. No podías hablar ni a dos centímetros de distancia, y los graves te hacían temblar el pecho y las piernas. El lugar era enorme, había muchísimas personas, pero costaba adaptarse a la oscuridad que había en el mismo.
En un escenario estaban los DJ, una chica y un chico que hacían sonar electrónica pesada. En las pantallas gigantes, a su costado, estaban jugando en vivo Barcelona y Atlético Madrid.
En el piso de arriba, había excelentes esculturas, y un laberinto de habitaciones privadas.
A eso de las dos nos fuimos, había que descansar porque volábamos a Medan muy temprano.
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