sábado, 7 de mayo de 2011

Día 62(3 de mayo): Thriller en el aeropuerto de Shanghai

En este día mandamos nuestra primera encomienda a Uruguay. Nos salió bastante cara; mandamos cerca de cuarenta kilos entre seis personas y nos salió alrededor de seiscientos dólares. El grupo de seis había volado temprano hacia Guilin, y se había tomado una van para Yangzhou, así que quedamos sólo Nacho, Mati y yo.

Después de mandarla ya era hora de almorzar, y luego del fraude de la noche anterior, probamos suerte con un pato al spiedo y esta vez estaba bastante bien. Luego volvimos al hostel a terminar de aprontar las cosas ya que a las ocho y media volábamos a Guilin, por Spring Airlines.

A las cuatro de la tarde teníamos las valijas prontas (que alivio haber bajado tantos kilos y sentir el equipaje tan liviano, se siente como empezar de nuevo el viaje, es como una renovación), y según nuestros cálculos teníamos dos horas libres, ya que pensábamos salir a las seis al metro, cuya línea dos, nos llevaba directo al aeropuerto Pudong.


Así que muy tranquilos fuimos hasta el parque y nos tiramos en el pasto a tomar mate y  escuchar música. También hicimos un poco de ejercicio y dormitamos un rato, y se nos fue pasando el tiempo.

A las cinco y cuarenta y cinco estábamos en el hostel retirando las valijas. Cuando estábamos por salir, veo un cartel que me dejó con los ojos como huevos. Decía algo así:

Pudong Airport by metro RMB 8,00 1 hour and a half
Pudong Airport by taxi RMB 200,00 1 hour

Según lo que decía el cartel, por metro teníamos una hora y media de trayecto. La primera entrada al metro quedaba a tres cuadras, pero era la línea ocho y debíamos hacer dos paradas y una transferencia a la línea dos. Luego viajar una hora y media, llegar al aeropuerto, buscar la terminal uno, buscar donde estaba Spring Airlines, hacer el check in y luego buscar la puerta de embarque. No sabíamos si el check in cerraba una hora o cuarenta y cinco minutos antes de la hora del vuelo, pero de cualquier manera, teníamos el tiempo tan pero tan justo, que parecía utópico poder llegar. Habíamos calculado el tiempo pensando que el viaje en metro duraba sólo media hora.

Llegamos?

Corremos por la calle del hotel, esquivando chinos y cruzando en diagonal antes de la cebra para ganar tiempo. Yo llevo la valija verde con rueditas (que se van quejando por la excesiva velocidad) mientras que Nacho y Mati van con sus dinosaurios en las espaldas. Además todos llevamos mochilas de mano, yo en la espalda y ellos se la van pasando de una mano a la otra para no golpear a nadie.

Corro sin prestar atención a los chinos que nos miran, sólo pensando que llegar en hora es algo imposible. Dos horas estuvimos en el parque boludeando, dos horas! Y ahora corremos como si nos persiguieran  perros rabiosos.

Luego de tres cuadras, debemos girar a la derecha, entrar en una galería, pasar un Mc Donald´s y bajar por una escalera mecánica. Para colmo los chinos se aglomeran en torno a ella y para pasar tenemos que empujarlos hasta encontrar un lugar. Con mi valija es más difícil, pero de alguno manera logro hacerme un espacio.

Desesperadamente buscamos las máquinas que expenden los tickets en la estación. Siempre están ubicadas en diferentes lugares, así que no es tan fácil. Ahí están! Corremos hacia allí pero cuando ponemos los billetes son rechazados. Ahora no, por dios, no nos puede pasar esto! Las monedas tampoco funcionan, y ya no sabemos que hacer. Una mujer policía se acerca, nos pide los billetes, los ingresa y no le  rebotan. Saca los tickets y nos los entrega.

Corremos hacia las máquinas donde tenemos que insertar los tickets. En el camino debemos pasar las mochilas por una lectora de rayos X. Nuevamente corremos hacia las escaleras mecánicas, esta vez no hay tanta gente y podemos pasar rápidamente.

Cuando llegamos a la plataforma de embarque, vemos que debemos tomar el vagón que está a nuestra izquierda. El vagón no demora en llegar y nos subimos a él. Ya son más de las seis y cuarto. Debemos estar en el aeropuerto antes de las siete y media. Y luego rogar por que la terminal uno quede cerca. Y  por que el check in de Spring Airlines no esté lejos. Pero estamos en Shanghai, donde las distancias son enormes y los centros comerciales son gigantes. Cómo será el aeropuerto de Shanghai? No lo conocemos, llegamos a Shanghai en tren.

Por los parlantes avisan que los pasajeros que hacen transferencia con la línea dos deben bajarse en la siguiente parada. Nos aprontamos. Las puertas se abren y  luchamos por salir antes de que los que están afuera entren. Los chinos son tantos, que no hay acuerdos tácitos que establezcan que primero deben dejar salir para después entrar. Así que rige la ley del más fuerte. En nuestro caso rige la ley de la desesperación. Somos los primeros en salir. Justo la transferencia es en la parada de People´s Square, donde hay más chinos que en ningún otro lado.

Nuevamente corremos como podemos, subimos escaleras, luego bajamos otras, avanzamos grandes pasillos. El reloj marca las seis y media cuando llegamos a la plataforma de embarque de la línea dos. Miro hacia arriba, hacia el cartel donde se indican las diferentes paradas, y una flecha marca la dirección del vagón, y no entiendo nada. El Pudong Airport, aparece al final del recorrido de la línea, como última parada. Pero cinco paradas antes, hay una transferencia directa hacia el Pudong Airport. Que hacemos? Seguimos o hacemos una transferencia? Dónde carajo hay un occidental? A pocos pasos veo a un chico rubio y a una chica morocha, me acerco a preguntarles. Les pregunto en inglés, e intentan colaborar pero tampoco saben porque llegaron a Shanghai al otro aeropuerto, el de Hongquiao o algo así. El vagón está estacionando y se están por abrir las puertas. Mati me pregunta algo en español, y cuando los occidentales lo escuchan resulta que también hablan español. Él es argentino y ella de Andorra. Las puertas se abren y debemos entrar rápidamente. Entramos juntos. Ya son casi las seis y cuarenta. A las dos paradas se bajan. Nos desean suerte. Vaya si la necesitamos! Más que buena suerte necesitamos un milagro para no perder el vuelo.

A nuestra izquierda hay una china entrada en años  con varias valijas, suponemos que va hacia el aeropuerto de Pudong. Mediante señas, podemos averiguar que nos conviene hacer la transferencia. Suponemos porque es más rápido. Le preguntamos a un chino cuanto demoramos de acá al aeropuerto. Éste por suerte habla inglés. Por lo menos cuarenta minutos. Ya son las seis y cincuenta. Si el check in no cierra una hora antes, podemos tener una posibilidad. Remota por cierto, ya que también dependemos de que las distancias en el aeropuerto no sean astronómicas, o no debamos tomarnos un ómnibus, o no suframos algún contratiempo.

Pensamos en el Juanchi con quien nunca nos pasaría esto, pensamos en los chicos que nos esperan en Guilin  que se perdieron un tren de Beijing a Xiam, pensamos también en las dos horas que estuvimos al pedo en el parque. Pero cómo pudimos ser tan boludos!

Siete y diez. El vagón está bastante vacío. Estamos  nerviosos, pero controlados por el hecho de que más no podemos hacer. Ahora todo depende de factores ajenos a nosotros. Cuando lleguemos a la terminal debemos correr como quien se escapa del diablo, eso está claro, más claro que un día de sol en El Nido. En la próxima parada, debemos bajarnos. De pronto el vagón se para. Nada podemos ver ni por las ventanas de la izquierda, ni por las ventanas de la derecha. Esto no puede ser normal, de ninguna manera es normal, el vagón se averió y quien sabe cuando lo podrán arreglar. Nos miramos entregados, un chino intenta hacernos señas, pero es más difícil entenderlo que entender a Maradona drogado. Son las siete y doce y siento un temblor bajo mis pies. En efecto, el vagón comienza a moverse, está avanzando!. Festejamos como podemos. Tampoco mucho, ya que falta para cantar victoria. Un minuto después llegamos a la parada en la que debemos conectar. Nos bajamos del vagón. La conexión es en la misma pista del lado opuesto. Nos ponemos en la cola para entrar al otro vagón, pero este demora y demora. Una eternidad después lo oímos venir. A las siete y diecisiete entramos al vagón y podemos sentarnos, ya que no va lleno.

Saco comida de mi mochila (tartas para los chiquilines, y algo parecido a pizza con papas para mi) la reparto y comemos para matar la ansiedad. Podemos llegar, podemos llegar, nos decimos. Va a estar difícil, pero podemos hacerlo. Pasan las paradas, y casi nadie se baja. Todos van al aeropuerto. Nacho dice que un chino  le dijo que el check in es hasta media hora antes del vuelo. Estás seguro? No, no se puede asegurar que el chino entendió la pregunta. Bueno estamos en la misma, de cualquier manera tenemos que salir corriendo, y correr como nunca en la vida.

Última parada antes del final. Son las siete y treinta y seis y ya no vamos bajo tierra sino sobre ella. Se ven las luces de la ciudad a lo lejos. Es de noche. El vagón arranca nuevamente, en el último tramo antes del final. Muchos nervios. Le preguntamos a un chino que anda en la vuelta como llegamos a la terminal uno. Nos pregunta a que hora tenemos el vuelo. Ocho y media. La cara que pone podemos leerla. No tenemos ninguna duda de lo que quiere decir. Esa cara es universal. Nos miramos, y nos ponemos más nerviosos. Por los parlantes anuncian que la próxima parada es el Pudong Airport. Falta menos de un minuto. Muchachos vamos arriba,  digo. Vamos que llegamos. Estiro un poco, tomo la valija del asa y me preparo para salir volando. Se abren las puertas. Siete y  cuarenta y cinco. Disparo.

A mi derecha sube una escalera mecánica. Es la única salida. Una vez arriba un cartel indica que la terminal uno es para adelante. Casi no se ve el final, pero es para allí. Intento acelerar un poco más pero me siento cansado demasiado pronto. Que me pasa, me pregunto. Enseguida comienzo a recuperarme. Era el primer cansancio. Nacho va adelante. Mati va atrás. Llego a las puertas y entro, otra escalera mecánica. Subo. Vemos a otros corriendo igual que nosotros. Pienso que quizá estén en nuestro mismo vuelo.

Siete y cincuenta estoy el piso de arriba, en la terminal uno. A mi izquierda un gran cartel con la letra N y alineadas hasta perderse en el horizonte las letras en orden decreciente hasta la A. A mi derecha a pocos metros está la baranda. El techo está muy arriba, todo es amplio, gigante. Donde carajo está el check in de Spring Airlines? Mierda esto es un quilombo, pienso, como puedo encontrarlo en menos de cinco minutos. En un minuto! Ya lo necesito! No podemos perder más tiempo. Otro cartel un poco más adelante muestra la ubicación de las diferentes aerolíneas. Tenemos mala suerte, Spring Airlines está en la letra C,B y A. Casi a dos kilómetros. Nada podemos hacer. Nada más que correr. Tomo aire y pongo la valija en el piso. Las rueditas van a tener que aguantar.

Un dos tres, la concha de la madre! Arranco, paso al Nacho que va con la joroba a cuestas y mi valija vuela detrás  como la estela de una cometa. No pienso en el cansancio, sólo en llegar y no perder el puto vuelo. No podemos perder este puto vuelo de mierda! La gente me ve venir y se corre, y voy esquivando a los que no me ven. Aunque es difícil no verme. Como llevo la valija estoy corriendo sin levantar casi los pies del piso, para que las ruedas no salten. Pienso que debo lucir muy gracioso.

L, K, J, I. En cada letra hay varias aerolíneas haciendo el check in. Por suerte a esta hora no hay muchos vuelos. Al menos eso parece ya que la mayoría de las puertas de control están cerradas. Debo acelerar más. No llegamos!

H, G ,F. Miro detrás y no veo a los chiquilines. Tengo que seguir corriendo. A esa altura ya estoy todo mojado, empapado de sudor. Un poco más, un poco más! Y puedo meter un cambio más. Creo que nunca corrí tan rápido en mi vida.

E, D,C. Al fin!. Desacelero y veo en el cartel el símbolo de Spring Airlines. Me acerco a unos chinos vestidos con el uniforme verde y amarillo de la compañía. Estos chinos no hablan una puta palabra en inglés. Respiro e intento pronunciar con mi mejor inglés chino: Please, Spring Airlines, to Guilin. Caras confusas. Repito. Please, Spring Airlines, to Guilin. Luz en sus rostros. Me entienden. A, me dicen. La mierda. Tengo que seguir corriendo hasta la letra A. No podemos ligar peor.

B. Me quiero cerciorar que sea en el A, por las dudas. Me acerco a una chica con uniforme. Spring Airlines to Guilin. Already close, A,  me contesta. No puede ser pienso. No sé si me quiere decir que ya cerró o que está casi por cerrar. Ahora, si. Tengo un cuete en el culo. La valija vuela como la capa de Superman .

A. Me acerco nuevamente a una chica de Spring Airlines que está en el mostrador. Casi no puedo respirar. Me limpio la frente. To Guilin. PLEASE!. No llevo reloj. No tengo ni idea de que hora puede ser;  en esta carrera frenética perdí noción del tiempo. Pueden haber pasado dos minutos, quince, un día entero. Gate 8, me responde. Ok, ok. Un último esfuerzo. Entro a la puerta A , y por un momento, no veo a nadie , y la gate 8 está cerrada. No puede ser, nos perdimos el vuelo!. Me acerco de cualquier manera. Una limpiadora, me mira con cara de indiferencia. Miro para el costado. La puerta 7 está funcionando. En la pantalla dice Check in all flights. Luz de esperanza. Por la puerta A veo entrar a los muchachos, resoplando y con cara entre esperanza y decepción, si es que pueden combinarse ambas cosas. Le pregunto a una chica en la cola. Are you going to Guilin. No, me dice. La puta madre. Me salteo a los chinos que hacen la cola, y llego al control. Le pregunto a la chica si están todavía haciendo el check in para Guilin. Yes, me responde. Really? It is not too late? No, it´s open. Vamos nosotros nomás!!!!! Estamos dentro!!! Vamos el pepe!!! Uruguay pa todo el mundo!!!. No nos vamos a perder el vuelo. Gracias, gracias, gracias. Llamo a los muchachos y me pongo delante de todos los chinos y hacemos el check in.  Zafamos de pedo. Encontramos la puerta de entrada, y todo lo demás transcurre normalmente.

El vuelo fue muy tranquilo, sólo mencionar que los aviones de Spring Airlines son bastante incómodos y los asientos no se pueden replegar.

Una vez en Guilin, nos tomamos un taxi que nos llevó a Wada Hostel, un hostel muy lindo y muy barato. Por primera vez en China, teníamos un cuarto privado.

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