miércoles, 11 de mayo de 2011

Día 67(8 de mayo): Hanoi

Recién a las doce del mediodía estábamos prontos para salir a recorrer las calles de Hanoi. Casi todos los demás habían contratado un tour para visitar una serie de templos y cuevas, pero con Mati y Nacho preferimos tomarnos el día más tranquilos, para descansar en la mañana y salir a conocer Hanoi en la tarde.

Luego de comer unos refuerzos de cordero con vegetales fuimos a pasear por el lago y la calle que la bordea. Caminando bajo los árboles podíamos zafar del calor agobiante, y estuvimos un buen rato sentados conversando y contemplando el lago.

Cuando nos aburrimos fuimos hasta el Museo de Historia, donde, luego de un ala destinada a la evolución del hombre desde la prehistoria, se pueden conocer las diferentes herramientas y vestimentas que fueron desarrollando los vietnamitas con el paso del tiempo.



Después intentamos entrar al Museo de la Revolución pero estaba cerrado, así que fuimos a recuperar energías a un restaurante ubicado en una esquina cercana. Las sillas, como luego pudimos comprobar abundan en los bares y restaurantes, eran bajitas y sin respaldo, por lo que resultaban muy incómodas.

Mientras tomábamos una cervecita refrescante miramos la carta de platos y quedamos boquiabiertos. Había platos de rana, de serpientes, de testículos, escorpiones, entre otros “manjares”. Mi idea era hacer una especia de “parrillada completa” con estas delicias, pero no tuve seguidores, así que me quedé con las ganas de “deleitarme” el paladar. Aunque pensándolo bien esto fue una suerte; el hedor que se acercaba desde la cocina era repugnante.

Nacho hizo la pantomima de que se comía un escorpión, y luego se lo quisieron cobrar. Él se negaba a pagar y hacía las señas correspondientes, pero le entendieron mal y pensaron que había ordenado más escorpiones, así que le trajeron un gran plato lleno de escorpiones con ensalada. Lo mandó para atrás, ante caras confusas de la moza, pero al dueño no le gustó mucho, por lo que terminamos la cerveza, la pagamos y nos fuimos volando.

Pasamos por una plaza donde estaban jugando al badmington en canchas improvisadas. Nos quedamos mirando un rato, y luego les pedimos las paletas a unos vietnamitas y comenzamos a pelotear. No agarrábamos una y rara vez podíamos pasar la “pelota” para el otro lado de la red. Pero poco a poco con Mati le fuimos agarrando la mano. Nacho salió de la cancha, derrotado por su poca motricidad para el juego. Y con Mati nos quedamos en la cancha, a la que inmediatamente ingresaron dos de los vietnamitas. Con Mati mejoramos nuestro juego e incluso podíamos meter algún punto. Los desafiamos a un partido. Cada vez que hacíamos un punto gritábamos: Uruguay no´ma y lo que parecía una derrotada consumada se fue transformando en un partido parejo. Los vietnamitas parecían intimados por nuestros gritos de guerra y pasamos a dominar el partido. Le sacamos una ventaja considerable, pero el partido no terminó de jugarse porque una señora cayó con la red y nos corrió, ante la mirada atónita mía de y de Mati que no podíamos entender cómo los vietnamitas (quinceañeros ellos) no defendían su lugar. Contentos por la victoria, buscamos rivales por toda la plaza pero nadie nos quería jugar. Evidentemente se había corrido la voz de que uruguayos rústicos pero con sed de victoria, querían barrer con vietnamitas técnicos pero poco apasionados.

Volvimos al hotel y nos bañamos y luego salimos a un bar a tomar algo con el resto del grupo. Cerca del hotel había un puesto callejero con banquitos, donde vendían cerveza de tonel a cinco mil dongs; haciendo la conversión, son alrededor de cinco pesos uruguayos.

Luego, como el wi-fi del hotel se había caído, buscamos por todos lados un bar o un hotel con internet para ver el clásico que se jugaba a la una y media de la mañana. Más de una hora y media después seguíamos sin encontrarlo. Pasamos por nuestro hotel, donde me quedé en la habitación porque había comenzado a dolerme mucho la espalda. Los chiquilines siguieron buscando y al final consiguieron un lugar, donde claro, vivieron la gran victoria tricolor. 

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