miércoles, 18 de mayo de 2011

Día 72(13 de mayo): Danang

Con Nacho y Mati alquilamos unas motos en la puerta del hotel y salimos a conocer las playas de Danang. El camino es a lo largo de la costa y se pueden observar cantidad de obras a medio construir, maquinaria pesada en terrenos arenosos, carteles donde se muestran dibujos de los próximos hoteles de lujo. Uno puede imaginar el enorme capital invertido allí y pensar que en los próximos años va a ser un destino frecuentado por los más ricos.

Antes tantos hoteles y terrenos vallados no encontrábamos manera de llegar a la playa para darnos un baño, así que dejamos las motos estacionadas en el parking de un hotel y nos metimos en él como si fuéramos sus huéspedes. Cuando llegamos a la lujosa piscina, Nacho se apuró a darse un baño mientras veíamos que un chico del hotel se nos acercaba con unas toallas. Hicimos como que no le entendíamos cuando nos preguntaba el número de cuarto y seguimos a través del puente que cruzaba la piscina hacia la playa. Dejamos rápidamente las cosas en la orilla y entramos en el mar de agua celeste y transparente, fresca y con un agradable oleaje. Enseguida vimos que se armaba un concilio entre los guardavidas, los empleados que cuidaban las reposeras y los que estaban en el bar. En el hotel había muy pocos huéspedes ya que estábamos en temporada baja, por lo que no tenían mucho para hacer. Inmediatamente vimos cómo dos se acercaban hasta la orilla y comenzaban a hacernos señas y a llamarnos desesperadamente. Hicimos como que no los vimos y seguimos disfrutando del baño.

Media hora después ya se habían cansado de hacernos señas, así que tranquilos salimos del agua, recogimos nuestras cosas y nos fuimos caminando por la arena.

Nos refrescamos tomando un jugo y cuando encontramos una salida hacia la calle, nos topamos con un casino. Entramos un rato y Mati ganó sesenta dólares y yo perdí veinte. Como estaba dulce, invitó con camarones a la parrilla en un restaurante sobre la playa. Espectacular la vista que teníamos desde allí al mar y a los botes, al cerro y a una enorme escultura que nos hacía acordar al Corcovado de Río de Janeiro.


Así que luego de comer fuimos hasta allí para poder ver de cerca de que se trataba. Pudimos comprobar que se trataba de un templo budista con varias estatuas de piedras. Dentro de la más grande, la que se podía ver desde la costa, una mujer arrodillaba realizaba sus rezos. Muchos turistas sacaban fotos en las inmediaciones.



Deshicimos el camino hacia Hoi An pero antes bajamos a una playa a la que bajaban cientos, y miles de vietnamitas. Las motos se aglomeraban en la entrada al parking. En la playa pudimos observar varias cosas que nos sorprendieron

Como ya habíamos visto, tanto hombres como mujeres se bañan en su mayoría con ropas largas. Vaqueros, buzos de manga larga y vestidos.

Da la impresión que disfrutan de aglomerarse ya que habiendo lugares más cómodos y espaciosos para estar, se juntan todos en el mismo lugar.

Policías con silbato llamaban la atención a todos aquellos que jugaban con una pelota cerca de la muchedumbre.

Sobre la orilla, guardavidas controlaban que nadie se fuera a bañar fuera de la zona de baño, delimitada con bollas. Otro guardavida controlaba lo mismo en un bote.

Sólo Nacho se bañó y liego seguimos hacia Hoi An donde paramos a tomar algo en un restaurante en la playa.

Luego de volver al hostel, salimos a comer algo con la gente que ya estaba dentro del Grupo de Viaje y más tarde unos pocos fuimos a conocer un boliche que quedaba enfrente al mar. 

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