domingo, 22 de mayo de 2011

Día 78(19 de mayo): Phnom Penh y el Genocidio Camboyano

En el año 1975, los jemeres rojos liderados por Pol Pot tomaron el control de Phnom Penh, capital de Camboya. Comenzaba así una dictadura comunista que dejaría más de dos millones de muertos, en lo que se conoce como el genocidio camboyano.

Una vez que Pol Pot tomó el control de la ciudad, obligó a todos sus habitantes a movilizarse hacia el campo y destruyó escuelas, universidades, hospitales, bancos, pagodas, monumentos, y todo aquello que recordase a la burguesía y al pasado. De ese modo podría organizar una nueva sociedad, sin clases, sin mercado y sin moneda, y sin una cultura propia, basada en el trabajo agrario y en la auto sustentación.

A los campos de exterminio eran llevados todos aquellas personas que a juicio de los líderes del partido eran consideradas peligrosas para el régimen. Entre ellas se encontraban estudiantes, profesionales, intelectuales. Era mejor que muriesen diez personas inocentes a que una culpable quedara viva. Se mataban familias enteras, inclusos soldados del partido. A los campos de exterminio eran llevados con la única intención de ser asesinados.

La población de Camboya previa a la dictadura era de siete millones de personas. Si bien es difícil llegar a datos reales porque muchos de los registros fueran eliminados, se cree que murieron entre un millón y medio y tres millones de personas en los cuatro años que duró el régimen. No todos fueron asesinados sino que muchos de ellos murieron trabajando en el campo, de hambre o de enfermedades. Si a eso le sumamos que las mentes más preparadas fueron eliminadas sistemáticamente en ese período y que todos los habitantes de Camboya mayores de treinta y cinco años tienen recuerdos traumáticos de aquella época, podemos suponer lo difícil que viene siendo para Camboya dejar atrás ese episodio negro en su historia y salir adelante y satisfacer las necesidades de su población.

En dos tuk tuk nos dirigimos hacia el campo de exterminio abierto al público en Phnom Penh. Allí; luego de pagar la entrada contratamos un guía. Luego de una introducción, entramos al Memorial, donde se pueden observar miles y miles de cráneos, huesos, y ropa de las víctimas que murieron en ese campo. Ninguno pudo ser identificado ya que no quedan registros y sólo están clasificados por sexo y por edad.


Ya entrando en el campo propiamente dicho rápidamente puedes ubicar las fosas compartidas donde eran arrojados los cuerpos. El trabajo de exhumación está lejos de ser concluido, y cuando llueve mucho, los huesos salen a la superficie. Hay huesos por todos lados, en las fosas, pero también por el sendero de tierra por el que caminábamos.

Terrible es conocer como mataban a los niños, tomándolos de las piernas y golpeándoles la cabeza contra los árboles. A otros los tiraban para arriba y los esperaban con la ballesta levantada. Muchas mujeres eran violadas antes de ser asesinadas. Ni siquiera los soldados estaban seguros entre ellos ya que también recibían órdenes para matarse cuando algunos adquirían demasiados conocimientos.


Antes de terminar la visita, vimos un video y unas salas con fotografías e información importante.

Habíamos contratado los tuk tuk por todo el día o al menos el tiempo que quisiéramos. Nuestra siguiente visita era el Museo del Genocidio así que salimos de The Killing Fields y los tuk tuk nos estaban esperando para llevarnos allí.

Antes de 1975, lo que es ahora el Museo del Genocidio Tuol Sleng había sido un centro educativo. En los años del terror, había sido transformado en S-21, siendo designado para detención, interrogación, tortura y asesinato de los detenidos después de que su confesión haya sido documentada.

El Museo fue abierto en 1979, cuando comenzó la persecución de los líderes de la Kampuchea Democrática.

Una vez que llegamos allí también contratamos un guía. El guía, un camboyano de poco más de cincuenta años, había vivido en carne propia el éxodo hacia el campo, y había estado trabajando allí durante los cuatro años que duró el régimen. Nos contó como era el día a día; se despertaban cuando salía el sol, sólo paraban para comer un cuenco de arroz y seguían trabajando hasta la noche. Así todos los días. Hombres y mujeres estaban separados, los casamientos se realizaban por sorteo, pero pocas fuerzas quedaban para la reproducción luego de la mala alimentación y el trabajo forzado de todos los días. Su esposa actual (la misma que tuvo desde que trabajaba en el campo) tiene graves traumas de aquella época, pero el prefirió estar a su lado y acompañarla.


En el paseo por el museo pudimos entrar a las celdas donde los prisioneros eran encadenados en camas de hierro durante todo el día, y conocimos los diferentes tipos de torturas a los que eran sometidos. En cada celda, hay una foto en blanco y negro que muestra con que se encontraron UFNSK cuando descubrieron el centro de torturas. Encontraron sobre todo cuerpos en estado de descomposición.

Después volvimos al hotel, con el estómago revuelto; debíamos hacer un tiempo hasta que saliera el ómnibus hacia Siam Riep a las seis de la tarde.

En el camino hacia Siam Riep, cuando paramos para ir al baño en un parador, la noche estaba oscura y el cielo estaba cubierto de estrellas.

Pensé en lo afortunado que era de conocer esas tierras que pocos tienen la posibilidad de conocer, de estar forjando recuerdos imborrables para mi futuro, de poder alcanzar un nivel de comprensión del mundo que sólo se logra viajando a su ancho, de estar viviendo en ese momento y cada día emociones tan profundas que quedarán grabadas en mi para siempre.

Son muchos los sentimientos que afloran, pero cumplir un sueño cuya realización supera las enormes expectativas que tenía puestas en él me da una felicidad que no puedo comunicar con palabras.

Muchas gracias a todos por estar siempre allí, siguiéndome desde lejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario