Algunos se levantaron antes de las siete par poder darse un chapuzón, ya que luego del desayuno que terminaba a las ocho, el barco tomaba rumbo hacia el puerto.
Mi espalda seguí empeorando, así que sólo desayuné y volví a la cama para reposar. Antes de llegar hicimos una parada para almorzar algo liviano.
Cuando estábamos en tierra firme, y esperábamos que Anthony viniera a indicarnos que debíamos subirnos al ómnibus que nos devolvería a Hanoi, le pedí a Mati que llamara a Assist Card(nuestro seguro internacional) y coordiné con ellos que cuando llegara al hotel los volvía a llamar para que me mandaran un médico. Ya no aguantaba más el dolor de espalda y cada movimiento era una tortura.
Salimos alrededor de la una de la tarde y llegamos a Hanoi pasadas las seis. En los traslados en camionetas, o en las excursiones que organizan los vietnamitas, van parando cada una hora y media en tiendas de paso, para ir al baño y para comprar víveres. Se hacen un poco los vivos, ya que muchas veces hay que esperar media hora para seguir camino y los precios en dichas tiendas son más caros que lo habitual.
En el hotel intenté comunicarme con Assist Card, pero recién pude hacerlo a eso de las siete de la tarde. Me dijeron que en una hora aproximadamente iba a estar pasando por el hotel una doctora con un inyectable. Me acosté en la cama a esperarla pero me dormí y cuando desperté eran las diez y cuarto de la noche. Volví a llamar y me dijeron que habían intentado comunicarse conmigo sin éxito y que debía dirigirme personalmente al hospital. Con la dirección en la mano, con Mati nos tomamos un taxi.
Una vez allí me atendieron muy bien, me dieron calmantes y relajantes musculares. El diagnóstico provisorio era que tenía problemas en un disco, seguramente por malos movimientos y por cargar peso excesivo. Debía intentar no exigir mi espalda por los próximos días.
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